Revista Opinión

Estoy tan estresado que me comeria un jabali…

Publicado el 24 agosto 2011 por El Tridente

ESTOY TAN ESTRESADO QUE ME COMERIA UN JABALI…

No puedo con este ritmo de vida. Reuniones por doquier, visitas a mansalva y trabajo a destajo. Estos elementos laborales y otros condicionantes como la vida familiar y en pareja han desencadenado que cada vez coma más. Y cómo es que más como, se preguntarán ustedes. Pues debido al estrés. Así mismo lo refleja un estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Calgary (Canadá), quienes  han descubierto un mecanismo por el cual el estrés incrementa la ingestión de comida.

A ver, el estudio lo han realizado en ratas, pero en el fondo muchos somos como los roedores ya que fijo caemos en trampas, terminamos viviendo en agujeros y no voy a hacer referencia alguna ni a los bigotes ni a los rabos, pero que sí que nos parecemos. Por lo que sí es verdad lo que dice este estudio, nuestro apetito se incrementa en los momentos de estrés. Y si lo piensan detenidamente, tardarán en asimilarlo, así que si lo piensan más rápido puede que coincidan con esta conclusión.

Porque, ¿a quién no le ha pasado llegar a un punto de agobio extremo en el trabajo rodeado de expedientes que tramitar o pollos que sexar y de repente sentir un hormigueo y un gran vacío en el estómago que nos hace desear comernos una vaca entera? Pues quizá a muchos puesto que las células nerviosas de la región cerebral del hipotálamo son las que controlan el apetito y el metabolismo y éstas ante una situación extrema de estrés mandan la señal de alarma y piden al organismo que se alimente.

Claro que si esto es verdad, que seguro que sí, podría empezar a marcar un antes y un después. Imagínense una película de Steven Seagal o Silvester Stallone en su punto álgido, en el que el protagonista de acción se ve que está a punto de morir y ante tanta tensión para y se come un bocadillo de chorizo de Teror porque no puede con tanto estrés. O una Miss, en un certamen de belleza a nivel mundial, ante una pregunta de cultura general de párvulo, y con la gota de sudor cayéndole por la mejilla, tener que parar para comerse 50gr de pechuga de pavo por no aguantar la presión.

La verdad es que nuestra vida sería muy diferente si cediéramos a nuestros instintos naturales cada vez que éstos hicieran acto de presencia. De todas maneras hay un caso que quizá debería evaluarse y ser objeto de estudio. Les hablo de la tensión política porque, si en realidad el estrés nos hace comer, ¿por qué los políticos están tan flacos? Bueno, creo que yo solo ya he contestado a esa pregunta.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…


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