Estrategia. Las 48 leyes del Poder.
Ley nº 5 CASI TODO DEPENDE DE SU PRESTIGIO;
DEFIÉNDALO A MUERTE
Durante la guerra de los Tres Reinos, ocurrida en China (207-265 d.C.), el gran general Zhuge Liang, que lideraba las fuerzas del reino Shu, envió a su nutrido ejército hacia un campamento distante, mientras él se quedaba descansando en una pequeña ciudad, con sólo un puñado de soldados. De pronto los centinelas le comunicaron la alarmante noticia de que se acercaba una fuerza enemiga de más de 150.000 hombres al mando de Sima Yi. Como sólo contaba con un centenar de hombres para defenderlo, la situación de Zhuge Liang era desesperada. El enemigo lograría capturar al fin a ese renombrado líder militar.
Sin lamentarse de su suerte ni desperdiciar tiempo en tratar de imaginar cómo lo habían tomado desprevenido, Liang ordenó a sus tropas arriar las banderas, abrir las puertas de la ciudad y ocultarse. Luego se sentó en la parte más visible de la muralla que rodeaba la ciudad, vestido con una túnica taoísta. Encendió incienso, pulsó su laúd y comenzó a cantar. Pocos minutos más tarde vio que el enorme ejército enemigo se acercaba, constituido por una interminable falange de soldados. Simulando no verlos, Liang continuó cantando y tocando el laúd. Pronto el ejército enemigo llegó ante las puertas de la ciudad. Al frente iba Sima Yi, quien de inmediato reconoció al hombre sentado sobre la muralla. Sin embargo, mientras sus soldados se impacientaban por ingresar por las puertas abiertas en la ciudad sin custodia, Sima Yi titubeó, los retuvo y, tras estudiar largamente a Liang, sentado sobre la muralla, ordenó a sus tropas que se retiraran de inmediato y a toda velocidad.
Estrategia. Las 48 leyes del Poder.
Ley nº 5 CASI TODO DEPENDE DE SU PRESTIGIO;
DEFIÉNDALO A MUERTE
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