Revista Coaching

Estrategias para evitar la bancarrota

Por Interesproductivo @RoberttiGamarra

 

Esperar demasiado puede ser definitivo.


Tomar una decisión a tiempo suele ser una buena solución para los problemas.

bancarrota

@morguefile

Sin embargo, no siempre resulta fácil escoger el momento idóneo para hacerlo. Muchas veces, aún cuando la empresa empieza a enfilar el declive comercial, manifestando los síntomas cada vez con más claridad, no se toma ninguna decisión al respecto. El empresario sigue apostando que en cualquier momento volverá a recuperar el terreno perdido y se niega a dar por finalizada la iniciativa. Si la aparición de las primeras medidas para corregir el rumbo se dilata en el tiempo, esa espera puede llevar a la bancarrotapor razones como las siguientes:
 Si no se toma la decisión de parar o cambiar de rumbo, el problema seguirá creciendo, y los recursos disponibles pasarán rápidamente a formar parte del contingente para cubrir pérdidas, en lugar de capital para abastecer la masa comercial.


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Confiar toda la fuerza de recuperación en un cambio futuro irreal crea deterioros de todo tipo. Cuando esa suposición no se convierte en realidad, la persona sufre un desgaste emocional muy perjudicial a la hora de visualizar las posibilidades de recuperación.
Los recursos económicos sufren un ataque directo en sus bases de acumulación, y aquellas partidas destinadas a sostener ciertas áreas críticas como mantenimiento, contingencia, abastecimiento, innovación, etc., desaparecen. Por lo tanto el capital acaba debilitándose con suma rapidez.
Cuando al fin se toma la decisión de parar o cambiar de rumbo, el agujero causado por esa espera ya es tan grande que la empresa queda comprometida con obligaciones imprevistas que, probablemente, no tendrá capacidad para cumplir.
Mirando la infinidad de probabilidades de quedar atrapado en un agujero mayor de lo que se puede saltar con los recursos propios, es mejor decidir rápido. Entiendo que muchas veces el lazo sentimental que une a la iniciativa es tan grande que cuesta dar ese paso, pero no hacerlo lleva a una catástrofe segura.
El negocio es deliberadamente una apuesta, porque su fisionomía se fundamenta en elementos que no tienen nada que ver con el sentimiento o los lazos de cercanía; cuando los resultados arrojan pérdidas, desbastan a la persona sin ninguna contemplación. Por este motivo es importante tener en cuenta que si el negocio va mal y no se toman medidas para remediarlo, el empresario acabará endeudado. No queda otro camino.
Por lo tanto, a la hora de tomar una decisión hay que alejarse del sentimentalismo todo lo posible y renunciar a los apegos personales. Ninguna iniciativa, por más bello que sea, es sostenible cuando no ofrece beneficios. He oído muchas veces a los pequeños empresarios decir que están aguantando, con ingresos que apenas cubren los gastos. En esos casos, según mi visión, es mejor renunciar a la iniciativa y empezar de nuevo, aprovechando los conocimientos y la experiencia adquirida en la acción que ha cumplido su ciclo. Es natural que acabe para dar paso a otras propuestas.
Nunca hemos de olvidar que el cerebro del buen negociante está estructurado sobre beneficios, nunca sobre pérdidas. Así pues, si no conseguimos organizar nuestras acciones empresariales sobre ese parámetro, será mejor buscarse otro tipo de entretenimiento.


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