La vida está compuesta de momentos tan fugaces como estrellas. No se pueden retener, intentarlo es un pecado. A veces tenemos que quedarnos con el regusto salado de las lágrimas. Pero, ¿qué son unas lágrimas en el océano? Dejar fluir, dejar ir. Así nos balanceamos entre esos momentos, buenos y malos, que nos regala la vida cada día. Y luego soltar, como se libera del lastre un navío. Mirando esos momentos como quien mira un libro, pasando páginas sin olvidar pero sintiendo la emoción solo del que está presente. Llega entonces la libertad.