Autor | Javier Poveda
Despachos de arquitectos en caída libre. Hay que moverse rápido.
Están siendo unos años muy difíciles para los estudios de arquitectura en España. Llevan muchos años en una travesía en el desierto que empezó en 2008 y va para siete años en el dique seco. Después del primer lustro parece que algunos han caído en la cuenta de eso de salir fuera o de plantearse las cosas de otra manera.
No ha habido época con más estudios de arquitectura intentando cosas por el mundo, ni tantos arquitectos españoles trabajando en el extranjero.
Pero son sólo algunos, otros no.
Esos otros llegan cansados y con los bolsillos vacíos. Por edad o por recursos, sólo les queda la esperanza de un claro entre las nubes o algún trabajo pequeño. Está siendo una muerte lenta, y dolorosa.
Con esa defunción, muere también una historia. Cincuenta años de ejercicio profesional, más de mil expedientes en el archivo, más de cincuenta hoteles construidos….todo eso con el cierre se va a la basura.
Muere la experiencia, el portfolio, el pretérito acumulado, algo muy valioso para las actividades que se fundamentan en la confianza. Y los servicios de arquitectura viven de la confianza que generan.
Por supuesto también se pierden los equipos. Los puestos de trabajo se pueden recuperar, pero diez años trabajando juntos, le da un engrase a la máquina que no se consigue en dos días. Todo eso vuela.
También se pierde un determinado entorno geográfico. Los arquitectos mayores del despacho se jubilan y los jóvenes emigran a otros países…el conocimiento sobre el terreno se diluye. España en particular no es que sea ahora mismo el ámbito geográfico donde poner las miras, pero no olvidemos que seguimos siendo parte de la UE, que nuestros títulos nos habilitan para obtener licencias en Europa, etc…
Mientras tanto, los jóvenes con más iniciativa, o empujados por un mercado laboral nulo, forman junto a un par de compañeros de la Escuela su “propio estudio de arquitectura”. Siempre ha sido así, pero ahora quizá con la fiebre de las start-up más todavía.
¿Si nos sentimos con energía para mover un estudio de arquitectura, porque volver a empezar desde cero pudiendo reflotar una de las firmas ya establecidas?
Es más sencillo el romanticismo de “mi propio estudio de arquitectura” que afrontar el reto que propongo. Luce menos y además requiere de más seriedad, pero a todas luces es bastante mejor.
Nadie dice que sea fácil, pero es bastante factible.
Chocamos como siempre con el ego de ambas partes. Superado ese primer obstáculo infantil de “sentir invadido tu territorio”, o de “mi propio estudio de arquitectura”, se puede trazar un plan.
Yo diría que un buen objetivo a cinco años puede ser acabar fundido con una empresa extranjera.
Franklin Ellerbe fundó Ellerbe&Co en 1909, y en 1921 fue heredada por su hijo Thomas Ellerbe. Con su retirada en 1966, entró savia nueva en la firma y en 1987 se fusionó con Walton Beckett para formar Ellerbe Beckett. En 2009 fue adquirida por AECOM por unos 100 millones de US$.
Veamos las motivaciones e imaginemos el escenario.
- Una firma se fusiona o adquiere otra, porque le aporta cierto valor que de otra manera tardaría décadas en conseguir.
- La localización es un motivo.
Es decir, si eres un despacho establecido en Shanghai y quiero entrar en China, la manera más rápida y efectiva es adquirir ese despacho.
En el precio estoy pagando, conocimiento local, relaciones, equipo que funciona, etc… Has hecho lo que yo tardaría cinco años en hacer y pago por ello. Tú vendes, porque conmigo eres más fuerte, te aporto estabilidad, y conseguimos más juntos que por separado.
- El nicho, la especialidad, puede ser otro conductor.
Si creo que las instalaciones sanitarias es un mercado en expansión, un estudio con un portfolio construido de hospitales es una adquisición interesante para poder acceder a ese nicho. A mi me llevaría décadas poder comunicar a mis clientes que puedo hacer hospitales. Con la adquisición, puedo atacar ese mercado inmediatamente.
No sólo es una cuestión de cuadernillo, sino que también estoy comprando el “saber hacer” de un equipo, en éste caso de hospitales. Se puede extrapolar a cualquier otro nicho.
- Know-how. Las economías emergentes están contratando arquitectos occidentales de distintos niveles. A los que hay que incentivarlos, sacarlos de su zona de confort, enfrentarlos al ambiente o al idioma, por un trabajo que se podría hacer desde Europa. Y además a mitad de precio.
¿No tiene más sentido deslocalizar la producción a un equipo ya formado, que funciona, que es bueno, que está en su casa y por tanto me cuesta la mitad?
¿Qué estudio de España se negaría a fundirse con otra firma que le surte de proyectos de escala?
Número de fusiones y adquisiciones (M&A) entre empresas del sector en Estados Unidos (domestic) e Internacional por año según la consultora Morrisey Goodale.
La lista de motivos por los que un estudio puede ser interesante es extensa, sólo hay que conectar los puntos y pensar la situación al revés.
Si no estamos en disposición de arrancar aventuras en otros mercados o expandir la marca, la otra opción es ser objeto de adquisición.
Criterios de valoración.
En ese ejercicio de “reflotar” una firma, es importante conocer el criterio por el que vamos a ser valorados. Y por tanto saber qué van a medir para poder ponernos precio.
- Evidentemente nuestro balance y flujo de caja. Que en la situación actual será irrisorio.
Algo más complejo será valorar los intangibles del estudio y su fondo de comercio, pero también se puede.
Para el que tenga curiosidad, la valoración por múltiplos de empresas comparables en nuestro sector está entre 6 y 8 veces nuestro beneficio bruto anual.
Lecturas del partido.
- El titular del estudio debe saber que sobre el papel, debido a la inactividad, su empresa vale poco. Si en lugar de dejarla morir, la entrada de savia nueva puede volver a poner en valor los intangibles (el portfolio, los equipos) que no salen en los balances contables. De otra manera se pierde.
- Si sois unos jóvenes intrépidos con un buen plan bajo el brazo, haceros con un estudio de arquitectura en funcionamiento que pretendéis reflotar, no tiene por qué ser caro. Si os sentís capaces de hacerlo funcionar, tiene más posibilidades de éxito que arrancar vuestro propio estudio.
Pensando en el tercer pase.
Si puedo hacerme con una participación de un estudio de arquitectura en funcionamiento y soy capaz de hacerlo funcionar, el valor de la empresa en vista de una futura fusión con un tercero, puede ser un muy buen movimiento.
Esto que estamos comentando, no es una ensoñación, está pasando todos los días.
Alguien me dirá que lo difícil de todo esto es hacerlo funcionar. Pero, ¿si pensabas hacer funcionar “tu propio estudio”, no se puede hacer funcionar una firma ya establecida?
Artículo publicado en expansión bajo en título “Arquitectos: reflotarse o morir”