Después de mi anterior nota del mismo título donde daba mi opinión que debido a la mayoritaria y generalizada catalanofobia de España el PP creó el problema, lo empeoró y lo sigue empeorando para asegurarse mayorías o victorias electorales, más ahora para compensar su corrupción, debería agradecer al gobierno y el PP que continuamente estén haciendo y diciendo cosas que confirman mi tesis.
En la misma reunión de Sitges Rajoy repitió hasta la saciedad que la equidistancia no sirve para nada con la clara intención que las organizaciones empresariales se pusieran de su lado. La equidistancia se refiere al hecho que el empresariado no se pone a favor de unos u otros y exige que se llegue a un acuerdo político, lo que claramente no interesa a Rajoy porque negociar y llegar a un acuerdo político con Puigdemont, aunque evitase la total independencia daría por finalizada su masiva captación de votos catalanofovos, mientras los empresarios saben que es la única vía de solución del problema, porque las alternativas bestias de que hablan los franquistas serían un desastre que encima no solucionaría nada.
En el mismo discurso en Sitges Rajoy soltó uno de sus típicos bocinazos ridículos cuando afirmó que España no es un país corrupto. Afortunadamente para él lo soltó frente a una audiencia bien educada, cortés y correcta que hizo todo lo necesario para no soltar las estruendosas carcajadas que el comentario merecía.
La mayoría de comentaristas hacen responsables a ambos, Rajoy y Puigdemont de la falta de dialogo, lo que creo que es tremendamente injusto porque tanto por lo que dice como por lo que hace el único que se niega a cualquier cosa que no sea un NO es Rajoy, que además se ha inventado la ilegalidad del referéndum y se escuda en que Puigdemont no quiere ir al Congreso, ocultando que ya lo hizo en 2014 con resultados negativos. Recomiendo leer o escuchar uno a continuación del otro el discurso de Puigdemont al principio de la reunión de Sitges y el de Rajoy al final. El de Puigdemont es el discurso de alguien que realmente quiere negociar con intención de llegar a un acuerdo aunque sea renunciando a algo, mientras el de Rajoy se resume en NO, barbaridades e insultos.
Para confirmar mi tesis la semana se ha iniciado con todo tipo de amenazas, barbaridades, y verdaderas locuras sobre el asunto, con el apoyo de C’ y PSOE.
Aunque han sido muchos los que han participado en la magna feria de la catalanofobia, la palma se la lleva Sáez de Santamaría con dos verdaderos desatinos.
Primero ha dicho “Puigdemont quiere hacer un referéndum en lugar de escuchar a los catalanes”. La única respuesta a esta sandez sería “Me lo explica clarito, por favor”,
y ha añadido “Puigdemont pretende alimentar un victimismo que no cuela” con un “referéndum que no se hará”. Señora, verá, el presidente de un país que tiene a varios miembros de su partido y su grupo parlamentario, encausados, juzgados y condenados en una aplicación tipo goma flexible de la leyes, como dejan bien claro los artículos del catedrático Joan Queralt, tiene un cierto derecho a considerarse víctima de su corrupto partido cuando una de sus peores corrupciones ha sido precisamente la eliminación del Poder Judicial independiente. Las siglas de Poder Judicial son PJ, pero usted sabe bien que hace años que la realidad es PPPJ.
Lo que si me gusta es la última frase “un referéndum que no se hará”. ¡¡Ya era hora!! de que hablen claro. Estoy convencido que el problema hubiese resultado menos complejo, y los catalanes habríamos aceptado la postura del gobierno con más tranquilidad si en vez de inventarse ilegalidades y normas constitucionales inexistentes en Madrid hubiesen dicho que no habría referéndum porque no les da la real gana. Pero, claro, para eso se ha de ser honesto, honrado y otros conceptos que en el PP y los que les ayudan en el Parlamento no tienen puñetera idea de lo que significa y como se hace.