Revista Cultura y Ocio
Título: Estupor y temblores (Stupeur et tremblements)
Autor: Amélie Nothomb
Edición: Anagrama, Barcelona 2000
«Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un enorme éxito en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas (...). En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble handicap de ser a la vez occidental y mujer (...), sufre una cascada de humillaciones. Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego [pasa] a servir cafés, [después] pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos» (de la contraportada).
Además de no estar bien escrita (los corchetes son añadidos míos), la contraportada es engañosa. Se supone que la novela es graciosa -y, efectivamente, tiene algún momento, propiciado por el obeso señor Omochi-, pero en general no me lo ha parecido. Remonta un poquito al final. No me ha gustado.
Autor: Amélie Nothomb
Edición: Anagrama, Barcelona 2000
«Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un enorme éxito en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas (...). En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble handicap de ser a la vez occidental y mujer (...), sufre una cascada de humillaciones. Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego [pasa] a servir cafés, [después] pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos» (de la contraportada).
Además de no estar bien escrita (los corchetes son añadidos míos), la contraportada es engañosa. Se supone que la novela es graciosa -y, efectivamente, tiene algún momento, propiciado por el obeso señor Omochi-, pero en general no me lo ha parecido. Remonta un poquito al final. No me ha gustado.