Nadie que no sea Adoración Zubeldia, viuda del concejal de UPN en Leitza (Navarra), José Javier Múgica, asesinado el 14 de julio de 2001, puede perdonar a quienes lo quemaron vivo en su coche, dirigidos por el exjefe de ETA Francisco Javier García Gaztelu, Txapote.
Ningún político puede hablar de ser generoso con la banda ni con ese Txapote y los demás asesinos de Múgica aunque ETA se disolviera y entregara las armas.
No, no debe haber perdón por indulto u otra forma legal para quienes sonreían hace pocos días al escuchar a esa mujer desgarrada por el dolor padecido durante diez años, muy superior al de la aún inexistente cadena perpetua de cualquier asesino.
Describía en la Audiencia Nacional como ardía su marido durante inacabables minutos, sin poder ayudarle ni que él pudiera salir del coche incendiado.
A la magistrada-presidente de la sala, Ángela Murillo, le impresionó tanto la narración que dijo sin saber que se le oiría: “¡Pobre mujer! ¡Y encima se ríen los cabrones!”.
Al día siguiente renunció a seguir juzgando para no dañar el proceso por supuesta falta de objetividad.
Murillo vive el dolor de las víctimas, y ya en otra ocasión uno de sus comentarios hizo que se anulara una sentencia.
Múgica era el humilde conductor del autobús escolar del pueblo, de 2.900 habitantes. Quizás ocupaba una plaza que deseaba un abertzale, o podría haber molestado a otro, quién sabe, así que lo mejor era sacarlo de la circulación. Puesto de trabajo para otro, o molestia vengada, por cosas así fueron muchos de los asesinatos, inclus de la guerra civil.
Se dictará una pena para estos monstruos, y no habrá venganza, sino justicia.
Y sólo Adoración Zubeldía, que en la repetición del juicio miró con dureza la cara de los asesinos, podría perdonar para acortar esa pena.
Y si no perdona nuca, que ojalá, hará muy bien. Y tampoco será venganza, sino justicia.
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SALAS
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Hace mucho que no aparece por aquí la Musa del cronista. Traigámosla hoy, nuevamente.
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Y recordemos nuevamente al líder mundial que nos iba a llevar a Europa. Una foto que debe reproducirse con regularidad.