La mayoría de la izquierda, incluyendo al PSOE vasco, los nacionalistas y los medios informativos afines critican al PP por rechazar que los filoetarras de Amaiur formen grupo parlamentario, acusándolo de autoritario “en esta circunstancia histórica” en la que los terroristas prometen dejar de matar.
Pero conservan sus armas y estructura, y no hay por qué creer a quienes en medio siglo asesinaron con gatillo y bomba, que se sepa, a 947 personas, la inmensa mayoría en democracia, y tras ser amnistiados totalmente.
Que Amaiur haya obtenido 333.628 votos en el País Vasco y Navarra diagnostica una sociedad parcialmente enferma de etnicismo, especialmente en Guipúzcoa, donde obtuvo el 34,81 por ciento de los sufragios.
Enfermedad conocida en la Alemania de 1933, que le concedió el 43,7 por ciento de los votos al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de los Trabajadores (NSDAP).
Amaiur-Bildu-Sortu-Batasuna también es un partido Nacional y Socialista vasco, además de Obrero y de los Trabajadores. Nazismo izquierdista, que es igual a ultraderechista.
Sus Camisas Pardas están paradas, de momento, pero con las armas listas.
Y la República de Weimar se suicidó al tolerar esa ideología supremacista, como hizo el Tribunal Constitucional al legalizarla desautorizando la negativa del Supremo.
Los mismos que acusan de intolerante al PP lo hacían también cuando lanzaba a protestar a las víctimas del terrorismo contra las negociaciones de Eguiguren en nombre del Zapatero, que anexionaba Navarra al País Vasco, como exigía ETA.
Son los mismos políticos, periodistas y medios influyentes que alababan a Rodríguez cuando imponía el insensato Estatuto catalán, o que negaban la crisis económica siguiendo al Líder.
Un líder que no servía al Estado con autoridad y rigor, sino que pedía que lo amaran porque era muy guay, por lo que repartió incluso la estructura del país como un manirroto y alocado aventurero de reality show.
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