Etapas de Culto de Personajes Clásicos: Batman de Jeph Loeb y Tim Sale. Parte 2: El Largo Halloween

Batman: El Largo Halloween de Jeph Loeb y Tim Sale (Batman The Long Halloween 1-13 USA, 1996-1997).

Tras el éxito de sus tres especiales de Halloween publicados entre los años 1993 y 1995 bajo el amparo del título “Legends of The Dark Knight”, Jeph Loeb y Tim Sale fueron tentados por el actualmente fallecido guionista y editor Archie Goodwin para que realizaran una miniserie de Batman que durara desde Halloween del año 1996, hasta Halloween de 1997, y que estuviera ambientada justamente tras el final de “Batman Año Uno” de Miller y Mazzuchelli y aprovecharan la multitud de prometedores conceptos y futuras líneas argumentales que el creador de Sin City había planteado en dicha serie limitada. El encargo era demasiado prometedor para que Loeb y Sale dijeran que no.

El concepto tras este Largo Halloween era muy sencillo pero muy efectivo. Bajo la premisa de un misterio criminal-los crímenes de un asesino en serie llamado Holiday, que mata cada día de una festividad americana importante- la historia nos adentra en los primeros pasos de un Batman novato tras los acontecimientos de Año Uno, su amistad y relación laboral con Gordon y la aparición de un nuevo miembro junto a la pareja de justicieros (uno bajo el amparo de la ley, el otro en los límites de la misma) bajo los rasgos del nuevo fiscal del distrito Harvey Dent. Los tres realizan un pacto para acabar con la moribunda mafia de Gotham City y enfrentarse a una nueva raza de criminales, surgidos a imagen y semejanza del hombre murciélago.

Y es que esta historia es una historia de transición. Para Batman, para Gordon, para Gotham City y sobre todo para Harvey Dent. Batman descubre que no todo es tan fácil, sencillo y tan blanco y negro como cuando empezó su cruzada contra el crimen, resintiéndose incluso su relación con Gordon, cuando Harvey Dent se une a la ecuación. Un Harvey Dent destinado a convertirse en Dos Caras, pero que en manos de Loeb y Sale, e inspirados en un olvidado anual de Batman publicado en 1990, el número 14 para ser exactos, y realizado por Andrew Helfer y Chris Sprouse, nos descubren que el en apariencia íntegro e honesto fiscal del distrito guardaba bastantes fantasmas en el armario, como por ejemplo la figura de su autoritario padre y que el accidente que le desfiguró el rostro únicamente fue la gota que colmó el vaso para convertirse en el villano disociado que es.

Pero el otro gran cambio que va en paralelo a la odisea particular de cada uno de nuestros personajes es el de la ciudad de Gotham. Una ciudad aplastada y corrompida por la mafia, que tras la aparición del murciélago es testigo de una nueva clase de criminal, los psicóticos y carnavalescos némesis de Batman, reflejo distorsionado del Caballero Oscuro, algo que Bruce Wayne llevará como una losa el resto de su vida.

Toda la historia es narrada a lo largo de 13 episodios, cada uno de ellos centrado en uno de los crímenes de “Holiday” y en una de las fechas festivas del calendario americano, comenzando en Halloween y terminando también en él. Pero a lo largo de casi 400 páginas también hay lugar para otras subtramas igual de interesante, como la lejana relación que une las familias del mafioso Carmine Falcone y Bruce Wayne, y la relación de Selina Kyle, alias Catwoman, con ambos hombres. Con Falcone solo intuida y con un gran secreto que sería revelado por Loeb y Sale en una miniserie posterior de Catwoman, un spin-off de la secuela de este Largo Halloween y que profundiza en la secreta relación entre Selina Kyle y Carmine Falcone. Pero si esta relación es meramente intuida, la entablada entre Selina y Bruce y entre sus alter egos es desarrollada con resultados negativos para Bruce/Batman. En su vida pública, porque Bruce nunca podrá entregarse al 100% a una relación y en su vida de vigilante enmascarado, porque Batman pierde a una aliada y esta se convierte en una enemiga.

Porque esta no es una historia con un final feliz. Las esperanzas de Gordon y Batman de acabar de una vez por todas con el elemento criminal de Gotham City se ven truncadas por la pérdida de un aliado y la rendición de Gotham a una nueva raza criminal para la que no están preparados. La inocencia e ingenuidad del pacto entre tres grandes hombres se trunca cuando las semillas de la desconfianza comienzan a sembrarse entre estos tres hombres de ley, todos con un mismo fin, pero cada uno con sus propios demonios internos y formas de enfrentar el problema que entra en contraposición con la de los otros.

Todos estos elementos, y como ya comentaba en la entrada anterior han sido utilizados posteriormente por Christopher Nolan en sus por ahora dos entregas de Batman. Y si “Batman Begins” bebe y debe mucho a los tres especiales de Halloween previos a esa miniserie, su secuela “El Caballero Oscuro” se basa libremente en este “Largo Halloween”, desde la alianza de los tres hombres de ley encarnados en Batman, Gordony y Dent, hasta la caída de Dent y su negrísimo final, pasando por la transición de poder criminal en Gotham City y de la que Batman inconscientemente es culpable directo. Eso si, la diferencia entre ambas obras es que donde Loeb y Sale abrazan el ligero componente fantástico y colorido de la ciudad de Gotham con sus extravagantes freaks y escenas de acción más grandes que la vida, realzadas por el arte de un Tim Sale que salta sin problemas del ambiente noir del mejor cine negro a las grandes escenas de acción realzadas por el uso de la verticalidad de las viñetas para ampliar la mirada del espectador y sean testigos de primera mano de las hazañas del hombre murciélago sobre los inmensos rascacielos de Gotham City, Nolan nunca da el salto y clava con tornillos de adamantium al suelo a Batman y a su entorno.

Un tebeo que se devora más que se lee, una perfecta simbiosis de texto e imágenes, en una historia que se convirtió en el relato más celebrado e influyente del Batman de los 90, que mezcló de manera excepcional estilos e historias tan dispares como el Batman de Miller y el de Steve Englehart y Marshall Rogers de finales de los 70, dando como resultado una obra que siempre es un placer volver a releer.

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