Revista Cultura y Ocio
La industria cinematográfica se centra en el público adolescente.
Decir que el cine está en crisis es una obviedad, sobre todo porque hoy ¿qué sector no padece los estragos de la crisis? No obstante, ¿eso es excusa para que el cine sea mayoritariamente para un público adolescente? Sólo tenéis que echar una ojeada a la cartelera para daros cuenta que casi todo lo que hay está destinado a un público adolescente; incluyendo también las fases pre y post. ¿La crisis ha matado la imaginación? ¿Vale dinero tener buenas ideas?
Últimamente, al margen de que el cine esté dirigido prácticamente a un público púber, además, se ha puesto de moda hacer fusiones y refritos. Un ejemplo clarísimo de que esto es así es la última película del ex señor Johanson, Ryan Reynolds. La película se llama: “R.I.P.D: Departamento de Policía Mortal”, ya de entrada la idea es absurdamente delirante; policías que después de muertos siguen prestando servicio para mantener a raya fuerzas malignas que proceden del más allá. Pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito. A dónde yo quiero llegar es a que esta película es una fotocopia ridícula de la trilogía Men in Black. Piénsalo: Una pareja de policías, uno veterano y el otro no, fuerzas ocultas que amenazan la tierra, humor tonto y manido… ¿te suena?
Algo parecido sucede con el último film de ese Dios griego llamado Channing Tatum. La película en cuestión se llama: “Asalto al poder” y va sobre un grupo de terroristas que se infiltran dentro de la Casa Blanca para cometer un atentado. Hasta ahí bien, lo malo viene cuando te pones a ver la películas y ves que es un refrito descarado de todo aquello que ya hemos visto mil y una veces en otras películas. Si algo tiene original dicha película es el número de escenas copiadas de otras; hay de todo: momentos dignos de “La jungla de cristal”, otros sacados directamente de “La roca”, “Air Force One”, “Murder at 1600″… Aunque quizás lo más divertido del asunto es ver cómo los guionistas han forzado situaciones tales como: Chico conoce chica, chico tiene una hija que podría ser su hermana pequeña, chica enamorada en secreto del chico durante años, tensión sexual no resuelta, patriotismo llevado a extremos un tanto frikis… En resumen: Una mezcla preparada para que la consuman los adolescentes (que en su mayoría no conocen esas otras películas y no se darán cuenta del plagio descarado).
Y bueno, si sigo no acabaríamos, pero… ¡¿”Cazadores de sombras“?! Como si no hubiese buenos libros que llevar a la pantalla. Además, para hacer una película así mejor que no hubiesen hecho nada. Mala, pero que muy mala. Pero lo más triste de todo es que tiene un tufillo a telefilm que es lo único que asusta. Imaginaos, Lyly Collins, que sigue negándose a reducir un poco el grosor de sus cejas, Jamie Campbell Bower haciendo de guapo —¿No le ha dicho nadie que es cero atractivo?— y, como punto final de la decadencia, Jonathan Rhys-Meyers —El guapísimo protagonista de los Tudor— en horas bajas haciendo de malo malísimo.
Y digo yo, ¿esto es producto de la crisis? ¿O la crisis es producto de esto?