Revista Opinión

Eternos migrantes: el rostro de la diáspora venezolana.

Publicado el 13 enero 2020 por Carlosgu82

En estos días he estado muy enfocado en continuar con mis proyectos personales, la escritura y los libros, que han sido desde hace bastante tiempo mis fieles compañeros de los cuales atesoro la esencia de lo que hoy en día soy.

Para empezar, el título de este post corresponde a un tema cliché sobre el cual se ha hablado muchísimo en los últimos tiempos, pues es quizás, la diáspora más dramática y más sensible de interpretar en lo que a nuestro hemisferio refiere.

Como parte de los millones de venezolanos que hemos tomado nuevos caminos, con un par de maletas y la creencia de que sí existe un mejor futuro, puedo decir:

Sé que quizás es un cambio drástico en cuánto a la dinámica de la redacción, y posiblemente lo sea también para usted, lector…

¡ESTAMOS MUERTOS!

Sí, estamos sepultados en un millón de ideas y de sentimientos, los cuales se derivan en dos principales ideas:

1.- Lo que piensa el nacional del país al que ingresamos: Cuando empezó la diáspora, los migrantes venezolanos generalmente eran bien recibidos, pues se sabía que era mano de obra calificada que podía aportar al crecimiento del país, (de hecho, lo ha hecho, y mucho). Sin embargo, posteriormente la diáspora trascendió a tal punto que ha emigrado hasta lo más bajo existente en nuestra sociedad, vagos y maleantes por resumirlo. También están los empleadores que reconocen la mano de obra barata, y que de cierta forma obtienen provecho de las circunstancias, (y sépase que eso ha pasado con todas las historias de migraciones, independientemente de la nacionalidad).

Sobre la primera idea, (lo que piensa el nacional del país al que ingresamos), debo concluir: Es muy difícil obtener una tendencia firme sobre lo que opinan de nosotros, sin embargo, gradualmente nuestra imagen se ha ido deteriorando hasta el punto de observar grandes manifestaciones xenófobas, como la ‘casería de venecos’ que ocurrió en Ecuador el año pasado.

¡ESTAMOS MUERTOS!

2.- Y es aquí donde recalco la idea principal de mi post, definir lo que somos, visto desde nuestro propio punto de vista…

Por obvias razones existe el deseo de volver a lo que una vez fuimos, tomarnos ese café por la mañana con la abuela, o quizás ir a rumbear a algunas fiestas patronales, SÍ, EXISTE. Sin embargo también es de nuestro conocimiento que lo que conocimos alguna vez ya no existe, y que por obvias razones nada volverá a ser lo mismo, y que lo que añoramos seguirá vagamente en el jardín de nuestros recuerdos hasta los últimos días, porque NO VOLVERÁ A PASAR.

Lamento si es hiriente o pesimista, pero es una realidad que casi nadie se atreve a decir, una vez sales, no hay vuelta a atrás; y es que llega el momento en el cual te das cuenta de que con ese llanto de despedida se acabó lo que había sido tu vida, y por más que intentes recuperarla con cotequeos a los recuerdos, al final toda asumir que cambiaste.

Dicen que nos define en gran parte la capacidad de empatizar como buenos o malos, y es un reto al cual nos acostumbramos al saber que diariamente nos encontraremos con gente que no entiende nuestro humor (y obvio nosotros tampoco el suyo), no conoce nuestras comidas, y en ocasiones hasta no hablan el mismo idioma. La característica primaria, sobre la cual se abalanzan los hilos de la comunicación, es la necesidad de socializar.

Y a veces surge la idea de volver, y es buena idea, solo si tienes un par de meses de haber salido… luego de que te acostumbras a una rutina económica normal, que aprendes modismos, que has visto otra faceta del mundo… te contaré un secreto: ERES UN ETERNO MIGRANTE.

Y del eterno migrante, también pesa otra cruz: SER CRUCIFICADO POR TU PROPIO PAISANO.

Esa última me pasa mucho, y es que existe una rancia creencia nacionalista que raya en lo absurdo, inmiscuyéndose en el accionar de las personas en ejercicio de sus libertades individuales; como ejemplo: Yo vivo en Perú hace casi un par de años, y si alguno de mis paisanos me escucha una expresión netamente peruana, casi que me humillan, pues he ofendido a la madre patria, y seguro Simón Bolívar se sentiría avergonzado de mí… pues, aquí no puedo usar malas palabras, pero ya yo no tengo orgullo, porque tengo nación, y ustedes tampoco, me la robaron, y sé que eternamente tendremos una crisis de identidad, en Dubai o en Caripe… fuimos, somos y seremos migrantes, los que de su patria no conocen más que vagos recuerdos y su nombre.

Eternos migrantes: el rostro de la diáspora venezolana.

 
Franklin Acuña Mendoza
Critíquenme, sí. Así de agria es mi forma de pensar, y creo que de realista raya a lo pesimista, pero dicen que un pesimista es un optimista bien informado, así lo creo.


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