Eran las nueve y media cuando Silvana salió del despacho con su nuevo horario de entrenamiento. Se dirigió hacia el jardín. Allí encontró a Shantra y juntas fueron a unos setos altísimos que formaban un cuadrado con un hueco en uno de sus lados. Shantra entró por el hueco y Silvana la siguió.
Cuando Silvana entró en el laberinto se encontró en una especie de habitación circular hecha de paredes, suelo y techo de hojas y ramas, que eran tan densas que, de no ser por una especie de luciérnagas revoloteando por todo el techo, no se vería nada. No había ni rastro de Shantra. “¿Dónde se habrá metido?” pensó. Observó que había tres espejos en la pared, se acercó a uno y lo palpó con la palma de la mano. “¡¿Qué es esto?!” Su mano había atravesado el espejo provocando unas suaves ondas, como si fuera agua. Sacó la mano y comprobó si podía hacer lo mismo en los otros dos, y sí que pudo.
En el de la izquierda había notado frío al meter la mano, en el de la derecha, calor y en el del centro, ni frío ni calor. No sabía por cual avanzar. Al final decidió ir por el del centro. Cuando salió al otro lado se encontró en un pasillo de hojas, ramas y luciérnagas que se dividía en dos, y estos dos en otros dos y así sucesivamente. Giró a la derecha y luego a la izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, centro, derecha, derecha, centro… Al cabo de unos minutos ya no sabía ni hacia donde había girado, ya no sabía volver. “¿Qué hago ahora?” pensó intentando no perder la calma. Cuando giró hacia la derecha de la siguiente bifurcación vio al final del pasillo dos espejos más, lo cual la animó un poco. Cuando llegó a ellos comprobó lo que sentía en cada uno al meter la mano. En ninguno de los dos notó algo, así que fue por el de la derecha aun que no sabía porqué. Al atravesarlo se encontró con más pasillos de hojas, ramas y luciérnagas. Como no le apetecía volver a vagar decidió volver a atravesar el espejo y probar el otro. Cuando lo hizo, se encontró en otra sala circular exactamente a la primera, cuando se volvió a mirar el espejo por el que había entrado no lo vio, en su lugar estaba el hueco por el que había entrado, estaba otra vez en el principio.
Desesperada, probó a traspasar el espejo de la izquierda, el frío, y al hacerlo se encontró en un pasillo de paredes de hielo que parecía emitir una suave luz. Al cabo de andar unos minutos vagando por pasillos de hielo, encontró una sala circular donde había un único espejo. Al atravesarlo, se encontró en una sala inmensa de hielo enfrente de un tigre blanco e rayas negras. “¡Ah!” chilló Silvana, a lo que el tigre respondió con un imponente rugido. El tigre se abalanzó sobre ella, pero su agilidad le ayudó a esquivarlo tirándose a un lado. Ahora estaba totalmente desprotegida, tirada en el helado suelo. Justo cuando el tigre dio un segundo salto hacia ella, Silvana gritó y lanzó al tigre contra una de las paredes de hielo tan fuerte que le aturdió y la sangre del animal asomaba por su cabeza. Había utilizado sus poderes psíquicos, y de qué manera. Lo más grande que había conseguido mover era una silla de madera y solo unos centímetros por encima del suelo. Pero el esfuerzo había hecho que le doliera la cabeza terriblemente, y el tigre ya se había repuesto del golpe. Desesperada, pensó en los hechizos que había estudiado, pero la teoría era una cosa y aplicarlos era otra. Silvana se levantó, se concentró y pensó en fuego.
Cuando el tigre se levantó, Silvana levantó una mano hacia él, le miró fijamente a los ojos y, concentrándose en lo que quería invocar, pronunció una sola palabra “Fuego”. Una nube de fuego mágico se tragó al animal. La magia élfica era especial, no usaba hechizos materiales como la limitada magia humana, sino que crea esencias espirituales, por ejemplo: si se invoca el fuego (lo que ha hecho Silvana), no se crea fuego de la nada y se abrasa a la victima, sino que se invoca un fuego que abrase el alma de la victima, sin secuelas físicas, pero si unas enormes secuelas espirituales que dañan más y lo dejan fuera de combate. En la magia élfica se podía invocar la cura de un aliado, pero había dos tipos de cura, la espiritual, provocada por hechizos élficos, y la cura física, que cura cortes, quemaduras, etc. Silvana se dejó caer de rodillas al duro y frío suelo, estaba agotada y el tigre quedaría inconsciente durante bastante rato. Se sorprendió de lo que había hecho, pero, sin perder tiempo, se dirigió al espejo por el que había entrado. Cuando estaba junto a él miró de nuevo al tigre y se percató de que había otro espejo en el lado opuesto. Se dirigió a él y lo atravesó con algo de miedo. Cuando salió al otro lado, se preparó para algo peor que un tigre, pero se encontraba en un jardín precioso al aire libre con muchas flores de diversos colores y con un pequeño lago en el centro, todo ello rodeado por paredes altísimas de ramas y árboles.
Vio a Shantra arrodillada junto al lago y se dirigió a ella aliviada. Shantra la miró como si la hubiese estado esperando, como si Silvana hubiera tardado demasiado tiempo. Cuando le fue a explicar lo sucedido, Shantra le dijo que ya lo sabía, que la había estado observando gracias al agua del lago, que hacía de espejo. Shantra le comentó que estaba sorprendida de lo bien que había invocado el fuego y de lo potentes que eran sus poderes psíquicos. También le dijo que no esperaba que venciera al tigre y que había estado preparada para acudir en su ayuda. Ya era tarde, y Silvana tenía que ir al sótano con Timly y Lilith, así que ella y Shantra salieron del laberinto por un espejo que las llevó directamente a fuera. “Mañana te espero a la misma hora.” “¿También tendré que recorrer otra vez el laberinto y vérmelas con el tigre?” “No , mañana te enseñaré algunos hechizos, pero de vez en cuando harás pruebas dentro del laberinto.” “Muy bien, pues hasta luego.” Y después de despedirse, Silvana se dirigió al sótano. Solo llevaba una hora entrenando y ya estaba exhausta.