(Esta es una reflexión para debatir con vosotros, previa a la tribuna mensual que escribo para la Revista Capital Humano y que se publicará el mes que viene. En ellal citaré los comentarios más interesantes, así como los blogs o las cuentas de twitter de sus autores.)
A finales del pasado mes de agosto una sorprendente noticia saltó a la prensa: Alemania prohíbe a los jefes buscar datos de sus empleados en Facebook (Ver noticia completa). La canciller alemana promulga una ley que impide a las empresas usar información personal disponible en las redes sociales para sus procesos de selección.
En el otro extremo muchos equipos de la NFL (Fútbol Americano) como los Packers o los Lions, para preparar el draft del año pasado crearon perfiles falsos de Facebook, utilizando personalidades inventadas de chicas atractivas, extrovertidas y jóvenes para hacerse amigas de las estrellas universitarias más prometedoras. Su objetivo: conocer la conducta personal de los jugadores en cuanto a drogas, alcohol, etc. Es necesario destacar que estos clubs pagan millones de dólares a chavales que no han terminado la universidad.
En la era de la transparencia abierta por las redes sociales, donde la cultura 2.0 exige a las organizaciones puertas de cristal con los motivos de sus decisiones, con sus presupuestos, con sus procedimientos, etc. ¿Los profesionales deberíamos corresponder en la misma medida o tiene sentido la prohibición alemana? Engañar desde luego no es ético, pero ¿Aprovechar los descuidos en la privacidad de las redes sociales para conocer a los profesionales que vas a contratar lo es? ¿Y consultar la información personal pública? ¿Y tratar de conocer los hábitos de nuestro posible jefe?
¿Cómo lo veis? ¿Dónde os posicionáis?