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Ética de roedores xxvii: fortalezas

Publicado el 22 septiembre 2014 por Cerebros En Toneles
  Sabe el roedor que es fácil construir castillos en el aire. Es tan fácil... Hay fortalezas en los cielos, grandes conjuntos de fortalezas. Y por las torres asoman bravos caballeros para animarse unos a otros y corroborar que todos esos castillos son reales. Y ejecutan al que lo niega. O lo destierran. Son castillos tan sólidos que parecen necesarios, inmutables. Los nobles caballeros nunca bajan a tierra porque en los cielos están los suyos, los iguales, los que les reconocen su linaje. Es una vulgaridad descender. Los de abajo no saben reconocer a los nobles de los castillos. Y los castillos son cada vez más altos y enrevesados. El roedor mira hacia arriba y siente pereza. ¡Tantas escaleras! Prefiere quedarse con los vasallos, los remolones, los que viven en oscuras guaridas y se entretienen con las sombras. ¡Cuántas escaleras! Y los nobles de los castillos aéreos, cuando oyen algún ruido, echan aceite hirviendo para acabar con esos malditos roedores escépticos. Y montan grandes fiestas donde lucen sus condecoraciones, las que se dan entre sí. Y hablan de sus muros como si fueran reales, de sus castillos, de sus fortalezas. Ni los roedores ni los vasallos entienden la lógica que gobierna esas fortalezas. ¡Tantas escaleras! 

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