Revista Opinión

Ética del aborto (II)

Publicado el 10 mayo 2010 por Hugo
Ética del aborto (II)La creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie, independientemente de otras características, constituye una gran diferencia sobre el hecho de que matar a un ser esté mal, es un legado de las doctrinas religiosas que incluso los que se oponen al aborto dudan en incluir en el debate.
Reconocer este sencillo punto transforma el tema del aborto. Ahora podemos mirar al feto por lo que es -las características reales que posee- y valorar su vida en la misma escala que las vidas de seres con similares características que no pertenecen a nuestra especie. Ahora se hace evidente que al movimiento "Pro vida" o "Derecho a la Vida" se le ha denominado de forma errónea. Lejos de sentir preocupación por toda vida, o una escala de preocupación imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión, los que protestan contra el aborto pero comen habitualmente a base de cuerpos de gallinas, cerdos y terneras, muestran solamente una preocupación parcial por las vidas de los miembros de nuestra especie. Porque en cualquier comparación justa de las características moralmente pertinentes, como la racionalidad, la conciencia de sí mismo, el conocimiento, el placer, el dolor, etcétera, la ternera, el cerdo y la tan ridiculizada gallina se encuentran muy por delante del feto en cualquier etapa del embarazo, mientras que si hacemos la comparación con un feto de menos de tres meses, un pez mostraría más señales de conciencia.
Por tanto, lo que sugiero es que acordemos no dar más valor a la vida del feto que a la vida de un animal no humano dado un nivel similar de racionalidad, conciencia de sí mismo, conocimiento, capacidad de sentir, etcétera. Ya que ningún feto es persona, ningún feto tiene el mismo derecho a la vida que una persona. Todavía tenemos que considerar en qué punto es probable que el feto sea capaz de sentir dolor. Porque ahora bastará con decir que hasta que esa capacidad exista, un aborto termina una existencia que no tiene valor "intrínseco" en absoluto. Después de eso, cuando el feto sea consciente, aunque no consciente de sí mismo, el aborto no debe ser tomado a la ligera (si es que una mujer alguna vez se toma el aborto a la ligera). Pero los serios intereses de una mujer normalmente tendrán más peso que los intereses rudimentarios de un feto incluso consciente. De hecho, es difícil condenar incluso un aborto realizado por las razones más insignificantes en un embarazo avanzado, a menos que también condenemos la matanza de formas de vida mucho más desarrolladas solo por el sabor de su carne.
Peter Singer, Ética práctica, Cambridge University Press, Madrid, 1995, pp. 118-119.
Relacionado:
- Ética del aborto (I).

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