Revista Comunicación

Ética, estética y memoria

Publicado el 09 junio 2011 por Lobolupus

Ética, estetica y memoria.

Quizás pocos sepan que la conocida marca Hugo Boss comenzó su expansión al conseguir unos importantes contratos, los uniformes de la Schutzstaffel mas conocida como las SS y por si no tenía bastante tomando dos tazas creando los uniformes de la Hitlerjugend mas conocidas como las Juventudes Hitlerianas

La popular Fanta, es una marca con origen también en la Alemania Nazi durante la guerra, el gobierno estadounidense prohibió a las multinacionales comerciar con Alemania. Para solucionarlo, Coca-Cola cambió la estructura, propiedad y producto para seguir comercializando.

No quiero relacionar una cosa con otra, pero es sabido que el Papa Benedicto XVI es un “fan” incondicional de la Fanta, quizás se aficionó durante su etapa en las Juventudes Hitlerianas, mientras también lucia los uniformes de Hugo Boss.

La Banca March tiene relación directa con la financiación del levantamiento militar del dictador Franco y según el agente (espía) en Lisboa de los EEUU Robert Solborg fueron los canalizadores de los sobornos a los generales de Franco.

Resumiendo: las empresas, las personas y las marcas tienen pasados oscuros. ¿Hasta que punto una empresa o sociedad tendría que pagar por los actos del pasado?. Esta claro que la sociedad los ha perdonado o ha olvidado este truculento pasado, Hugo Boss es una marca consolidada, Fanta sigue triunfando como “la cocacola”, la Banca March esta dentro de los 10 principales bancos españoles y Ratzinguer sigue siendo el “santo padre”.

Me pregunto si es una cuestión de indiferencia, falta de memoria, desconocimiento o que el tiempo lo cura todo. Personalmente, no creo que deje de tomar Fanta ante esta información, pero posiblemente no tendría una cuenta en la Banca March, no se si compraría una prenda Hugo Boss y no creo que me vean en una Homilía.

Pero vamos mas allá, marcas como Nike , Puma, Adidas, han sido señaladas por el uso de trabajadores en condiciones mucho mas que precarias y sin embargo no nos importa que nuestros deportistas las luzcan cobrando emolumentos indecentes por ello. Las compramos y no las rechazamos en las tiendas.

Compramos en las tiendas “de los chinos”, cuando sabemos que son productos elaborados en un régimen dictatorial, sin salarios, sin protección social, en condiciones lamentables y que ademas merman el mercado laboral europeo, ese que queremos para nosotros.

La conclusión es que la sociedad no tiene ética ni memoria. Es lamentable.


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