“Es verdad que las gentes de hoy en día no creenen la posibilidad de una sociedad autogobernada y esto hace que una sociedad tal sea, hoy, imposible. No creen porque no quieren creer, y no lo quieren creer porque no lo creen. Pero si en alguna ocasión empiezan a quererlo, entonces lo creerán y podrán.”
Cornelius Castroiradis.“Una Sociedad en la deriva”
El trabajo realizado por las personas a lo largo de nuestra vida está ligado al desarrollo que la sociedad consigue como tal. Está relacionado con el trabajo de otros y según se haga contribuye o no a la construcción de una sociedad mejor. Nadie puede dudar de la dimensión colectiva del trabajo, aunque la crisis, el sistema económico y la cultura postmoderna hayan intentado ocultar esta faceta fomentando un individualismo atroz que consume a la persona y la disminuye a un yo egoísta y limitado. Las bases de funcionamiento del sistema económico capitalista defienden este fin egoísta hacia el lucro personal como el motor de la economía donde una mano invisible hace que el sistema funcione y se autorregule
Dentro de las profesiones con un determinado fin social, sea educación, sanidad, servicios sociales, es más sencillo encontrar la dimensión colectiva. Muchas veces los y las trabajadoras no somos conscientes de esta dimensión ni del poder que atesora, no hay interés en promover lo público, lo colectivo como algo de todos, sino como algo etéreo que tiene que estar a nuestro servicio sin que haya reciprocidad.
La mano invisible del sistema será invisible pero hay que reconocer que es selectiva y actúa en favor de una clase social privilegiada a la que favorece de manera desmedida y solo es capaz de repartir las migajas cuando los beneficios generados eran inmensos. En estos momentos, en los que los beneficios son menores se trata de estrujar a las distintas partes para intentar mantener un lucro obsceno.
En un funcionamiento lógico del sistema económico, este es en sí un sistema degenerado para quienes quisiéramos otra forma de entender el mundo y de vivirlo. Hay quienes creemos que existen ciertas condiciones estructurales de la vida en sociedad de los seres humanos, que son universales porque ninguna sociedad que no las cumpla va a subsistir. Eso pensamos muchos del capitalismo, mientras otros desde una y otra orilla se limitan a defenderlo como único sistema válido. Marcuse dijo una frase que me parece oportuno rescatar para repensar la política económica que nos lleva a sufrimiento: “No es solo totalitaria una coordinación política terrorista de la sociedad sino también una coordinación técnico-económica no terrorista que opera a través de la manipulación de las necesidades por intereses creados”
Aún así dentro del formal funcionamiento democrático, hay una serie de normas que se han traspasado con los supuestos cobros de cantidades de dinero negro. Una estructura de partido viciada convierte a un partido en secta y a los representantes democráticos en representantes de otros intereses distintos al interés general, por mucho que algunos en su seno no hayan participado de la misma o hayan hipotéticamente legalizado esas cantidades con el incremento anual de salarios en época de crisis para los dirigentes del partido.