Es una evidencia histórica que el antisemitismo no es un fenómeno meramente alemán ni un invento del siglo XX ya que, a efectos prácticos, el antisemitismo existe desde que los judíos abandonaron Israel y se asentaron en otras tierras donde ya había pueblos autóctonos. Baste el ejemplo de los judíos en Roma, que recibieron fuertes críticas por parte de escritores como Séneca o Juvenal. Pero el tema que aquí nos ocupa no es el antisemitismo tomado como un concepto general, sino la gestación de ideas antisemitas que tomaron como influencia los nazis y facilitaron el ascenso al poder del movimiento.
No existe un solo tipo de antisemitismo. En los siglos precedentes al surgimiento del nacionalsocialismo, podemos encontrar odio hacia los judíos en muchas formas diferentes. Aquí vamos a analizar las tres que atañen a las tres figuras que más influyeron en Hitler, a saber: Lutero, Wagner y Nietzsche.
El antisemitismo de Martín Lutero era claramente de tipo religioso, es decir, bastaba con que los judíos se convirtieran al cristianismo para que se apagara el odio hacia ellos. La aversión hacia los judíos era una práctica muy común entre los cristianos de la Edad Media. Podemos tomar como referencia el libro de Lutero Sobre los judíos y sus mentiras. La crítica principal que Lutero arroja contra los judíos es que estos rechazaron a Cristo y se niegan a aceptarlo. Otro de los argumentos que utiliza es de tipo teológico. Lutero se plantea la idea de un dios judío, un dios que ha condenado a su pueblo a 1500 años de exilio. A los ojos de Lutero, no es posible que exista un dios tan cruel con su propio pueblo, por lo tanto, el judaísmo en tanto que religión deja de tener sentido. El siguiente ataque a los judíos disipa cualquier noción de tipo racial en el antisemitismo de Lutero. Afirma que Jesucristo era judío y eso tenía que ser un motivo de orgullo para ellos, pero también les dice a estos que, aunque sean el pueblo de Dios, no deben presumir de una virtud de la carne, pues todos somos hijos de Dios.
Una de las influencias más directas que tuvo Hitler fue Richard Wagner. El führer se deleitaba con sus óperas, que exaltaban los mitos y dioses germánicos, la esencia del pueblo alemán. Wagner también mantuvo una larga lucha contra
los judíos a lo largo de su vida. Analicemos ahora el tipo de odio que Wagner profesaba hacia los judíos. Durante toda su carrera como compositor, Wagner tuvo que competir en el terreno de la música con varios artistas judíos de gran renombre, como Giacomo Meyerbeer y Felix Mendelsohn. Esta rivalidad existente entre ellos condujo a Wagner a un antisemitismo casi psicótico. Esta postura en contra de cualquier cosa que oliese a judaísmo la expresó en su disertación El judaísmo en la música, que se editó en 1850 y, posteriormente, en 1869. Esta última edición fue acogida con gran revuelo por parte de la sociedad alemana, pues en esta se andaba desarrollando proceso de emancipación de los judíos por lo que la obra provocó una sensación de encontrarse ante un escrito reaccionario. En El judaísmo en la música podemos ver una nueva perspectiva del antisemitismo. En ésta, ya no es, como en el caso de Lutero, la religión el elemento que genera el odio, sino las habilidades artísticas de los judíos. El propio autor lo reconoce al comienzo de su escrito:“Como en estas páginas vamos a buscar el motivo de la aversión popular que se manifiesta, aún en nuestros días, hacia el elemento judío, únicamente en lo que respecta al arte y sobre todo a la música, no examinaremos este fenómeno en el campo de la religión y de la política.”
Asimismo, Wagner critica el proceso de emancipación de los judíos. Dice que estos ya están emancipados, pues cuentan con el poder financiero y el dinero, elementos clave de la sociedad que aseguran su independencia. Los judíos, con su excesivo apego por el dinero, han vendido el arte y lo ha transformado en una mera mercancía con la que comerciar. Es por esto que no pueden alcanzar el nivel de los autores alemanes, que desarrollan el arte por amor y vocación. Además, como las lenguas europeas que hablan los judíos les son extranjeras, lo máximo a lo que puede aspirar el judío es a la imitación. Este antisemitismo cautivó claramente a Adolf Hitler, pero por el solo hecho de ser un ataque a los judíos, no por constituir una crítica racial a estos.
Por último, Friedrich Nietzsche, con su teoría del superhombre, es considerado el filósofo que más influyó en la mentalidad nazi. Consideraban los nazis que el superhombre nietzscheano representaba al hombre ario, un hombre fuerte, sano y con una gran capacidad de voluntad. Aunque podríamos discutir aquí largo y tendido por qué ésta es una mala interpretación de lo que quería decir Nietzsche, la cuestión que nos ocupa aquí no es ésta, sino las manifestaciones antisemitas que se dieron en el filósofo alemán. Nietzsche era claramente antisemita, pero ni a la manera de Lutero, ni de Wagner ni mucho menos de Hitler. Decir que Nietzsche era antisemita es como decir que Nietzsche era anticristiano, es decir, Nietzsche realiza una crítica moral, no religiosa o racial. Según Nietzsche, los valores judeocristianos subvertían la moral aristocrática, es decir, se transmutaban las ideas de fortaleza de espíritu y voluntad por las de compasión y arrepentimiento. Esta trasmutación es tremendamente perniciosa para el espíritu, ya que ciñe al hombre a un comportamiento determinado en detrimento de la espontaneidad de sus sentidos, expresión genuina de la vida.
No se puede decir que Hitler no tomara influencia de estas tres figuras, pero el antisemitismo nazi añadió un elemento que no era algo adicional, sino el corazón del movimiento: la raza. En efecto, Hitler consideraba que los judíos eran una raza, no sólo una religión, y que corrompían con su presencia el alma de la nación alemana, entendida esta como la Volksgemeinschaft de la raza aria. De entre las acusaciones que vierte sobre los judíos podemos encontrar algunas ya clásicas en el antisemitismo, como la de manipular el sistema financiero y la prensa, etc. Finalmente, atribuye a los judíos la creación del marxismo y la socialdemocracia, una estrategia internacionalista que busca acabar con la unidad de la patria alemana.
Como hemos visto, el antisemitismo se ha manifestado de muchas maneras a lo largo de la historia, también de la de Alemania. El hecho de que muchos personajes antisemitas influyeran en las opiniones de Hitler no debería ser motivo para acusar a estos de precursores de los nazis, pero sí es cierto que son un ejemplo palmario de los sentimientos que existían en Alemania hacia cierto grupo social y que, lamentablente, terminaron por desembocar en el nazismo.