Norelys Morales Aguilera.- La propaganda sitúa como modélico el sistema de educación
de los Estados Unidos y aduce que es posible encontrar graduados de
universidades norteamericanas en los gabinetes ministeriales de gran
cantidad de países. Sin embargo, muchos de los estudiantes extranjeros
que viajan a EE.UU, los mejor preparados, jamás regresan a casa, del
casi medio millón anual, lo cual evidencia las estrategias de
dominación y saqueo aplicadas durante mucho tiempo por la gran potencia.
En el caso cubano, la perversión tiene vieja data. El general Leonard
Wood, que ocupó el mando de las tropas en el país a partir de diciembre
de 1899 en
la primera intervención norteamericana explicaba: “Considero
que un sistema colonial, tal y como existe en otras partes del mundo,
es lo más apropiado para Cuba”. Y agregaba, no exento
de cinismo: “Los cubanos son excitables y, naturalmente, todavía no
pueden comprender los beneficios que obtendrán de un gobierno seguro y
benévolo. Llevará tiempo alcanzar lo que todavía no es sino un deseo.
Esto podría lograrse solo lentamente, y la mejor forma de lograrlo es a
través de un sistema de educación”. Y, lo intentaron durante seis
décadas de república mediatizada.
Pero en 1959, aquellos “incultos excitables” cambiaron la historia y
comprendieron que necesitaban otro gobierno, yendo desde una campaña que
erradicó el analfabetismo en Cuba a desarrollos ulteriores reconocidos
internacionalmente.
Un enjundioso artículo de la doctora Graziella Pogolotti, “Para una sociología de la educación”, publicado en La Jiribilla,
pone luces a futuro: “Se trata ahora de emprender el diseño de
estrategias atenidas a las demandas del siglo XXI. No es ejercicio
gratuito en esta circunstancia particular del análisis de la
extraordinaria experiencia cubana en el tiempo transcurrido desde el
triunfo de la Revolución hasta finales de los 80 del pasado siglo. Pudo
haber en ella errores tácticos, pero nunca se perdió la proyección hacia
el desarrollo humano, sustentada en interrogantes de
permanente validez: dónde estamos, qué somos, de dónde venimos y hacia
dónde vamos. En el punto de partida estuvo la conciencia del
subdesarrollo, de la pertenencia a un tercer mundo requerido de
auténtica emancipación”.
BLOQUEO CONTRA EDUCACIÓN HUMANISTA
Es importante recalcar la proyección hacia el desarrollo humano, que
es la antítesis de lo que en términos educativos y geopolíticos se ha
planteado Estados Unidos con Cuba.
Ninguna prueba más elocuente que el plan de George Bush en 2004, el
cual previó “…organizar programas para recapacitar a los maestros y
profesores cubanos” y anticipándose al desastre que sus pretensiones de
imponer la “transición democrática” pudieran ocasionarle al sistema nacional de enseñanza,
ordenó “prepararse para mantener abiertas las escuelas” o “importar
voluntarios temporalmente durante el potencial período de inestabilidad
que vendrá, de manera que los niños y adolescentes no estén en la calle
envueltos en delitos”.
Dicho plan, la suma de una política agresiva y de confrontación desde
el mismo año 1959—y que se mantiene vigente al día de hoy por no haber
sido derogado por la administración de Barack Obama—, tiene como
dramático telón de fondo la aplicación de un riguroso bloqueo económico, comercial y financiero, que califica como genocidio.
Resultaría una obviedad insistir en que para la garantía de los
procesos educativos en una nación se debe hacer una inversión cuantiosa y
estratégica. Cuba supera con creces a un conjunto de países de los que
más invierten en educación, dedicando un 12,9% de su PIB, como Islandia,
que asigna (7,8);Suecia (7,3), Nueva Zelanda (7,2), Noruega (7,3) y
Finlandia (6,8), entre los más representativos; según datos del
Instituto de Estadística de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco).
Sin embargo, los efectos del bloqueo, que en su conjunto desde 1962
ascienden a 1 billón 157.327 millones de dólares, se traducen en
carencias diarias que afectan el proceso de aprendizaje, la
investigación y el trabajo científico de estudiantes y profesores en
general. Según consta en el informe (julio de 2013),que volverá a
presentar Cuba ante la Asamblea General de la ONU, hay tres aspectos que grafican el tópico:
1. Las pérdidas ocasionadas por la necesidad de importar materiales
escolares suministrados por proveedores lejanos significan una reducción
del acceso de las escuelas cubanas a medios didácticos que resultan
indispensables para la educación preescolar, primaria y especial.
2. El monto de 816 000 USD, pagados en adición a la cotización
regular para la compra de materiales escolares, equivale a 1 723 módulos
para la enseñanza de Ciencias Naturales. Como resultado de esos costos
adicionales solo se pudieron importar 100 módulos didácticos.
3. Han tenido especial significación las medidas diseñadas para
prohibir o condicionar el normal desarrollo de los intercambios
académicos, los viajes de estudiantes y profesores, el flujo de
información científica por diferentes vías, la difusión y retribución
adecuada por los resultados dentro de la esfera académica y la
adquisición de insumos, medios e instrumentos para la docencia, la
investigación y el trabajo científico en general.
A pesar de estos condicionamientos, la política cubana hacia la
educación y otros aspectos que la complementan y enriquecen —como la
cultura, el deporte, la sanidad, etc—se mantienen vigentes en medio de
la actualización de su modelo económico.
El consenso de la nación se sitúa en perfeccionar y mantener los
logros alcanzados, cuyas estadísticas halagüeñas ofrecen las agencias de
la ONU, entre otras. A pesar del bloqueo se ha hecho lo que parecería
un imposible ¿cuánto mejor no se haría sin la sangría del bloqueo
genocida?
Publicado en Cubahora.cu con el título:
Educación en Cuba: sueños que no se bloquean