Revista Cine

Eugene

Publicado el 22 diciembre 2012 por Nacho_c

De vez en cuando nos encontramos con un nuevo formato de publicidad. Son los cortometrajes patrocinados. Una manera de dar salida a las buenas historias y a los buenos realizadores, sin necesidad de recurrir a una escuela o a subvenciones, como pasa aquí.

Se ponen de acuerdo dos grandes marcas, en este caso W Hotels e Intel, hablan con una productora, The Directors Bureau, y sacan adelante unos proyectos donde vemos su producto dentro de una historia. Se acercan de esta manera al concepto de relaciones públicas excelentes aplicado al audiovisual.

Este corto se llama Eugene. Dirigido por Spencer Susser, que acaba de rodar con Joseph Gordon Levitt (Robin en “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace”) y Natalie Portman (no necesita presentación) la película Hesher. Está protagonizado por Michael Govier. Un actor bastante desconocido pero que, entre otras cosas, da clases de escritura creativa a niños en colegios públicos de su ciudad.

Lo primero que me atrapó fue el formato tan panorámico, ¿puede ser un 2:39? Y la localización. Ese hotel limpio, de amplios espacios, lujoso pero sobrio. Estos dos conceptos están íntimamente ligados ya que buena parte de la película está rodada con angulares. Se deforman las líneas y amplía los espacios. Para ello funciona mejor un ratio lo más panorámico posible, como sucede en “The Girlfriend Experience”, de Steven Soderbergh.

Lo segundo que me atrapó fue el propio personaje protagonista. Una especie de niño grande, un poco tonto, falto de desarrollo emocional o mental, que cuando se cruza con la chica por el pasillo da una pequeña pista de que puede ser incluso un pervertido, y que cuando llama a la vecina para decirle dónde está y que le gustaría hablar con ella se fija en la mente la idea de “este pobre no ha compartido desayuno en su vida”. Perfecto, fantástico personaje, no hubiera hecho falta ni que hablara, nos ha contado tantas cosas con su mirada y su actitud con el cuerpo que podía haber sido un personaje mudo.

Avanza la historia y le vemos bañarse en un gran cuarto de baño. Los hoteles a veces dan la impresión de “como en casa en ningún sitio” y a veces la de “así quiero yo que sea mi casa”. Es curioso. Todo está ordenado, recogido. Allí está Eugene, en Washington y no se le ocurre otra cosa mejor que pasar la noche leyendo el libro Guinness de los Records en su mullida cama. Si ha ido por trabajo, que tiene toda la pinta, pobre de la empresa que haya contratado a este personaje.

Entonces ocurre algo. Pasamos de la introducción al nudo de la historia. Un regalo inesperado. El producto que nos quedaba por ver, el Ultrabook de Intel. El upgrade de la lámpara mágica. Todos hemos soñado con algo así. Como la visita del futuro que nos aclara dudas y ayuda a tomar decisiones. Es normal, seguimos siendo niños. Pero él lo utiliza realmente como un niño.

Se salta el pliego de condiciones de longitud parecida al de iTunes y pasa de la incertidumbre a la sorpresa, a la incredulidad y al gozo. Suavemente, montando planos del ordenador con primeros planos de él. Todo sucede de una manera tan natural que nosotros hubiéramos hecho exactamente lo mismo que él. Bien escrito y bien realizado.

Montaje picado detalle del teclado, cambio de sonido y por corte estamos en otra situación. Sentado en la cama viendo la televisión y rodeado de regalos estúpidos. Elipsis y de camino al desastre.

De ahora en adelante no os cuento más, hay que verlo. Es un truco tan utilizado por Disney que, si ellos lo hacen, es porque funciona. Y es que dentro del mundo ideal aparece una nube negra y sabes que va a descargar justo para empapar las guirnaldas de papel y los trajes de sevillana de la Feria de Abril.


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