Para la fiesta de Eugenia quería una piñata que estuviera acorde a la decoración. Lo bueno es que en Houston hay muchas piñaterías y pude mandar a hacer una muñeca que no me pudo gustar más cómo quedó.
Lástima que no tomé ninguna foto de Eugenia al lado de la piñata en el piso, porque era más grande que ella y me daba risa verla pasándole por el lado abrazándola y dándole besitos… estaba encantada y decía “se parece a mi!”
Además de la cumpleañera todos los niños disfrutaron muchísimo el momento de tumbar la piñata. Yo también recuerdo de mis fiestas de niña ese momento como uno especial… En una mano la bolsa, en la otra el palo, canciones mientras le toca a cada invitado, las ganas de darle duro, la expectativa de cuándo se romperá y la emoción de recibir una lluvia de jugueticos y caramelos para guardarlos cual tesoro muy preciado en una bolsita que uno luego repasa una y mil veces cuando se acaba la fiesta.
Lo mejor es que en este mundo globalizado teníamos invitados de muchos países, algunos más familiarizados con la tradición de la piñata que otros, pero todos disfrutaron sentir la alegría en el ambiente y las caras de sus hijos felices participando de la fiesta.
Luego cantar cumpleaños como siempre se cantó en mi casa, con Puli (mi mamá) tocando el cuatro… qué lindo verla ahora tocar y cantar para los Pirulingos!
Para terminar los dejo con más fotos de la fiesta, la piñata y la torta!