Revista Libros

Eugenia Grandet, de Honorato de Balzac

Publicado el 18 enero 2010 por Barcoborracho
Eugenia Grandet, de Honorato de Balzac
Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1984. 268 pp.
Traducción de María Luz Huidobro (buenísima)
1
Una vez, camino a comprar puchos un amanecer de borrachera, me explicaron la diferencia entre "rimpianto" y "rimorso". La primera es arrepentirte de algo que no has hecho, y la segunda de algo que has hecho. (Quizá Strika pueda saber si hay un paralelo español para estos verbos.) Y yo supe que prefería un rimorso a un rimpianto.
Neruda nunca leyó a Balzac. Lo que se perdió. 28 años esperé a leer una novela completa del cabezón (antes leí algunos relatos y por la mitad unas cuantas novelas).
Sabe Dios que fue una decisión sabia.
Si creen en las recomendaciones, pues, simplemente, lean a Balzac.
2
Anoche tuve un insomnio espantoso. Tenía un humor de perros. A las 7 de la mañana fui a comprar leche chocolatada y me tomé medio litro y luego me bañé y salí a tomar el subte, zombi. Le había dicho a mi mujer, cerca del alba, que no paraba de moverse y que no me dejaba dormir. Podrías guardarte ese brazo en el ropero, perra, le dije. Podrías amputarte la pierna en vez de moverla como una anguila epiléptica por la lúgubre cama, le dije. Ella dormía sin escucharme, pues lo dije todo entre dientes. ¿Para qué iba a despertarla, después de todo?
Pero ella no me dio insomnio. Peor, tampoco fue ansiedad por algo ni nada por el estilo. Simplemente dejé que el sueño pase, porque preferí hacer otra cosa.
¿Y qué fue lo que preferí? Pues a Balzac.
Me faltaban unas 150 páginas a las doce de la noche. Me dije, leo un poco y a dormir. A las 3 am me faltaban solo unas 70 páginas. Eugenia estaba volviéndose sublime y yo no iba a entregarme a Morfeo lleno de curiosidad. Terminé a las 5:30, todo cargado de tormenta.
¿Dónde se mete uno tanto libro y después pretende estarse así tan tranquilo?
Estreñido de Eugenia, evité un rimpianto. Y, por supuesto, tuve mi rimorso babeando en mi caja laboral. En mi ataúd rutinario, hecho un drácula insomne.
3
Cuando escribo relatos, atrapo palabra por palabra, como quien oye susurros a través del vano de una puerta, oculto, indigno de entrar, temeroso y culpógeno; atrapo, repito, palabra por palabra, a veces hasta letra por letra, la frase que compondrá hilándose con otras, llena de remiendos, el párrafo, la página, el relato.
Me hago de pobre literatura igual que un voyeur, como un yacaré. Robo el fruto de mi deseo como si fuera de otro. Y me lo guardo en el bolsillo y me desplazo por pasillos vacíos cubierto con un gabán, hasta saberme sin vigilancia y allí, escondido tras la taza de un baño de sótano, tomo apuntes.
¡Oh, no saben el placer!
4
En cambio Balzac, ese gordo cabezón, abre la puerta de cortinas gruesas de su imaginación, y si no le satisface lo que ve grita órdenes a sus fantasmas y los acomoda, cruel, a su antojo.
Cuando los amantes de sus novelas se apasionan, les corta el delirio con frases como: "se dijeron un par de tonterías más y luego ella..." Y no lo hace despectivamente, ¿acaso no son tonterías las bases del amor?
En pleno romanticismo, cuando todo es pasión, Balzac ya es post industrial, sabe que el dinero mueve más pasiones, que la avaricia, la sed de poder y reconocimiento social, no se contraponen a los sentimientos puros, sino que los someten y los borran; y sabe que esto es profundamente humano.
Llegado un punto, cuando más órdenes les está dictando a sus fantasmas, y cuando más seguro de sí se siento, ya pasada media novela, con el límpido camino hacia el final abierto solo para él, Balzac se da cuenta de que los fantasmas se burlaron de él, y que lo que hará no es un estudio sociopolítico, sino gran literatura, enorme literatura, una de las más artificiales y poderosas tretas que haya podido lograr la imaginación de un escritor.
Pasada la mitad de Eugenia Grandet, ya nos es Balzac quien empuja la novela, sino que es arrastrado por el ella, por la corriente atormentada que él mismo creó.
Es tan cierta la frase: consumido por la pasión creadora...
12 a 16 horas de trabajo diario. ¿Cómo no iban a crear un tarado?
5
Consumido el primer sueño por Balzac, estoy listo, cabeceo ya, para tener un sueño más profundo y tranquilo, luego de leer una porquería de página de cualquier revista.
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