Revista Opinión

Eurodiputados en contra de “Estresburgo”

Publicado el 28 febrero 2011 por Pabloperezarmenteros
Eurodiputados en contra de “Estresburgo”

PE Estrasburgo/ mundofotos.net

El Parlamento Europeo, la institución más democrática de la UE, tiene, oficialmente, su sede en Estrasburgo. Oficiosamente, el inmenso edificio de la Institución, está prácticamente desierto 3 de cada 4 semanas al mes. Lo que debería ser una excepción en una cámara política, se convierte en la regla. Cualquier turista, visitante o curioso, que se acerca al barrio de Robertsau y se decide a comprobar, de primera mano, lo que la UE hace por él, se encuentra con la majestuosidad de la construcción arquitectónica y con la presidencia permanente de los trabajadores de mantenimiento. Incasable la labor de estos hombres y mujeres que pasan sus horas al servicio de un edificio que debería representar la realidad de la Europa de los 27. Lo cuidan durante tres semanas. A la cuarta, llegan los europarlamentarios. 736 personas, de diferente visión y discurso político pero que coinciden, casi en su totalidad, en lo inservible, no de la institución, sino de la sede.

Y es que, todos, desarrollan su trabajo diario, sus comisiones parlamentarias e interparlamentarias y sus reuniones de grupos políticos en Bruselas, a más de 400 kilómetros.

Impacto económico, sanitario y medioambiental

Un sondeo elaborado por la Universidad de Zurich ha dejado al descubierto una realidad que atormenta a los eurodiputados, pero que no parece preocupar demasiado al resto de la Unión. Los resultados del estudio son claros: un 91 por ciento de los diputados europeos consideran “intolerable” el mantenimiento de las dos sedes del Parlamento y preferirían trabajar siempre en Bruselas.

Un desperdicio para el medioambiente, para su salud y para el bolsillo. Los eurodiputados hablan de debilidad. Debilidad laboral, debilidad física y debilidad en la efectividad del trabajo del Parlamento. Viajes mensuales que pasan factura a algunos de los actores principales en la construcción de la Europa de los ciudadanos que viven “con estrés”, según sus propias palabras, la semana de sesión plenaria.

Incluso los franceses, antaño férreos defensores de Estrasburgo, parece que están quedándose sin argumentos de peso. Y es que la sede en la ciudad alsaciana se remonta a épocas inciertas en la estabilidad europea. Fue una concesión a la paz. Un símbolo de respeto en una frontera muchas veces golpeada por la guerra.

Pero desde aquello ya han pasado años, y el 67 por ciento de los eurodiputados franceses encuestados, ahora, tampoco le ven sentido a la sede estrasburguesa. Ni al lugar, ni al viaje, ni al gasto, ni al coste, ni al hecho de que son la única cámara de representación en el mundo que no puede decidir dónde se reúne. Sólo un acuerdo unánime de los 27 Estados Miembros podría cambiar las cosas. Pero no es el momento y, seguramente, tardará en serlo.

Estamos inmersos en una crisis económica que se agrava por momentos con las revueltas en los países árabes y la dependencia occidental del petróleo. Los jefes comunitarios hablan de democracia y libertad mientras el precio del barril se dispara. Si Bruselas se convirtiera en sede única, la UE ahorraría 200 millones de euros al año. Un dinero que paga el contribuyente y que está destinado a los gastos de transporte, acomodación y preparación de esos viajes mensuales de más de 400 kilómetros. Unos viajes que ni los propios eurodiputados quieren hacer.

Internet para captar firmas

La protesta se ha lanzado en la web. Onseat.eu recoge firmas para acabar con la doble sede. Hecho que fulminaría, además, 317 puestos de trabajo, 19 mil toneladas al año de bióxido de carbono en la atmósfera y su estrés (según las estimaciones de los creadores de esta iniciativa).

No es banal el hecho de la recogida de firmas a través de Internet. El artículo 47 relativo a la democracia participativa de la propuesta de constitución para la Unión Europea, que la Comisión Europea respalda, establece que los ciudadanos de la Unión sean más activos y participen en el debate relativo a las cuestiones europeas.

Una participación que se ha visto impulsada por la Iniciativa Europea Ciudadana. Esta, refleja que un millón de firmas, repartidas entre, al menos, 7 estados miembros, es el requisito para iniciar el aparato legislativo comunitario. El objetivo: acercar la Unión al pueblo y el pueblo a la Unión. Oneseat pretende, además, alejar a los eurodiputados de Estrasburgo para estar más cerca del pueblo.

Los argumentos a favor, vienen en su mayoría, desde el gobierno francés. El Ministerio de Exteriores aboga por “la pluralidad de lugares de trabajo en las instituciones” mientras asegura que, la doble sede “refleja la diversidad de la Unión Europea” y recuerda el “apego” de París a la sede francesa.

Un aviso a navegantes completado por un “cuándo tienen el micrófono delante no dicen lo mismo”. Además, han señalado la iniciativa como un proyecto personal del liberal británico Mc Millan, pero no por ello “menos lamentable”.

Por todo esto, El Elíseo asegura que continuará desarrollando iniciativas concretas para resaltar la dimensión europea de Estrasburgo y para facilitar el trabajo de los eurodiputados, “principalmente mejorando la accesibilidad y el atractivo de la ciudad”.  Unos incentivos con los que pretenden reducir aquello del estrés sin necesidad de eliminar el burgo.


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