Revista Economía

Euroharto

Publicado el 04 diciembre 2014 por Torrens

Aunque en general en Europa el euroescepticismo está subiendo como la espuma, no puedo entender cómo es que el griterío no es ya tan ensordecedor que llegue a plantearse la renovación a fondo de la U.E., aunque lo mejor sería tirarlo todo al suelo y reiniciar la construcción.

No solo estamos a las ordenes de una ex funcionaria de la RDA que nos impone unas normas que mantienen a la economía europea y mundial bajo mínimos y que han supuesto la desgracia para millones de europeos, normas mantenidas por la inexplicable tozudez de la señora a pesar que no hay economista o experto de prestigio y con dos dedos de frente que no las haya calificado de locura peligrosa, sino que encima, llevada por su furor patriótico germánico, nos ha metido en un lio de cuidado con su manía, también germánica, de montarse un patio trasero lo más grande posible hacia el este.

El problema de Ucrania ya nos ha costado miles de millones de inversión directa, que con permiso de la señora podían haberse utilizado en políticas de crecimiento para una clara salida de la crisis, pero la jefa decidió que lo que nos hemos ahorrado con los duros recortes se debía invertir en financiar sus aventuras, a los que deben sumarse los que ha costado la guerra comercial con Rusia, que además es un grave freno a la recuperación, y a los ucranianos les ha costado cerca de 5.000 muertos, aparte el derribo de un avión comercial con 250 pasajeros, pero lo peor es que tiene toda la pinta de que va a empeorar bastante, y todavía nos va a costar mucho más dinero, más dolores de cabeza, y más bajas.

Desde que sobre el 20 de noviembre se celebró la reunión del G-20 en Australia que Führer Merkel repite sin cesar el mensaje de que la actitud de Rusia es intolerable, rechaza cualquier posibilidad de llegar a un acuerdo para acabar con el conflicto, ya está hablando de imponer nuevas sanciones, como si las primeras hubiesen servido para algo, y ya está usando en Moldavia y Georgia el mismo método que en Ucrania: exhibir el cebo de la posible entrada en la U.E. para provocar el enfrentamiento entre prorusos y proeuropeos,.

Por lo visto, ni cuando inició su plan de expansión hacia el este, a costa de la U.E., ni ahora que tiene el lio armado, esta señora se enteró o se entera de que dos de las características de los zares rusos, que es en lo que se ha convertido Putin, son que no tienen la más mínima consideración por la ciudadanía, ni la propia ni la ajena, y les importa poco que millones de personas pasen hambre o mueran, y que reaccionan de manera contundente y casi irracional ante cualquier provocación, sobre todo cuando afecta a su orgullo.

Como que ya conocemos el personaje sabemos que la Führer no va a rectificar ni va a renunciar a ninguna de sus “conquistas” en Ucrania, a pesar de que Putin tiene el grifo del gas, imprescindible para que los europeos del centro y el norte no se hielen este invierno, y aunque los rusos también necesitan venderlo para no hundir todavía más su muy maltrecha situación económica, por este camino no será difícil que a Putin se le hinchen las narices y corte el gas. Incluso en Alemania han salido duros críticos de la actitud de Merkel, en base a que las sanciones no sirven para nada y perjudican mucho a ambos lados.

Para empeorar todavía más las cosas, la economía Ucraniana está ya en quiebra. El este del país concentra en Luhansk y Donetsk la mayor parte de su industria, y es precisamente allí donde combaten prorusos y ucranianos, con el resultado que la producción industrial se ha reducido en más del 80% y las exportaciones en un porcentaje parecido. Si a ello añadimos que, tal como ocurrió en Rusia al final de la dictadura comunista sus dirigentes se apropiaron de todos los medios de producción, hoy controlados por una poderosa oligarquía cuyos miembros solo mantienen en cuentas de bancos ucranianos el mínimo imprescindible, el resultado es un desastre económico y financiero de primer orden, y ¿os imagináis como querrá solucionar la Führer el problema?, efectivamente, usando lo que quede de lo que hemos ahorrado con los duros recortes, y si los europeos quieren salir definitivamente de la crisis que se aguanten.

Sería interesante hacer un cálculo aproximado de lo que la señora Merkel nos ha costado a los europeos, tanto a nivel global como al del bolsillo de cada europeo, y en este cálculo deberían registrarse en primer lugar los miles y miles de millones perdidos por culpa del conjunto de medidas estúpidas que han retrasado al menos dos años la salida de la crisis y nos han dejado tan maltrechos que la recuperación es frágil y desesperantemente lenta. También los miles de millones que nos ha costado el plan similar a las rebajas del Corte Ingles para permitir a países del este entrar en la U.E. sin condiciones ni período previo de ajuste, como el largo y duro por el que tuvieron que pasar varios países, entre ellos España, que en los casos de Rumanía y Bulgaria los ha sufragado la Unión en su mayor parte, una vez esos países, que estaban y están a años luz del mínimo nivel de desarrollo de la U.E., ya habían ingresado en el club. Los millones y recursos que ha quemado la U.E. para promover en dichos países del este el sentimiento de pertenencia a la U.E.. Los miles de millones invertidos en Ucrania, incluso antes de que se empiece a hablar de si van a entrar en la U.E. o no. El inmenso coste de las sanciones a Rusia, en España reflejadas sobre todo en la anulación de las exportaciones a Rusia y el colapso del turismo ruso, y lo más grave es que el cómputo no cesa y continúa tanto sobre las consecuencias de las medidas estúpidas como sobre el coste de la aventura oriental de la Führer. ¿Cómo puede ser que haya multitud de personas que todavía no tienen claro que tendríamos que salir disparados a toda velocidad en cualquier dirección que nos aleje cada vez más de la U.E. y del control de Führer Merkel?.

Muchos catalanes están preocupadísimos porque la eventual independencia podría suponer la salida de la U.E., postura que considero sumamente absurda porque a mí me preocupan otros aspectos de tipo económico y financiero de la independencia, pero la salida de la U.E. considero que sería uno de sus grandes beneficios, porque nos permitiría pasar a formar parte de los países europeos que funcionan mejor, los que salen antes de la crisis y lo hacen sin fragilidades, es decir, los que tienen la suerte de no formar parte de la trampa para osos que es la U.E.

Por todas estas razones y muchas más digo que no soy Euroescéptico sino Euroharto, ¡y mucho!


EUROHARTO.


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