Después de pasearme por algunos Blogs de gente que, supuestamente, es muy conocedora del tema, a uno le queda la clara sensación, y lo de clara es pura ironía, de que el concepto de Europa, Unión Europea, Zona Euro… es algo tan difuso que produce un rechazo inmediato a interesarse por el tema.
Por desgracia, y pese a querer dedicarme a la noble profesión del periodismo, yo me incluyo dentro de ese ramillete de personas que se sienten muy desconcertadas por el extraño hedor que tiende a soltar la U.E. No sé muy bien cómo se dirige la U.E., no sé muy bien quién la gobierna, no sé muy bien qué líderes nos representar y por qué… en definitiva no sé muy bien que carajo hace la Unión Europea.
Hace ya unos años, cuando estudiaba la Diplomatura de Biblioteconomía, cursé una bonita asignatura que se llamaba ‘Documentación para la Unión Europea’, y lo cierto es que adquirí bastantes conocimientos sobre toda esas preguntas que antes me hacía, pero mi gozo en un pozo. Primero el amago de constitucionalizar las funciones europeas, luego todas las ampliaciones, posteriormente el Tratado de Lisboa… quizá este pueda ser uno de los problemas: el continuo cambio que se produce en el seno de la U.E. en espacio de tiempo muy breve. Aunque lógico, pues hay que entender que la U.E. se encuentra en pañales, pero vaya, que este niño tiene ya más de 50 años…
En definitiva, parece claro que algo hay que hacer. ¿El qué?, pues quien sepa algo que lo diga. Por ejemplo, el ex presidente del Gobierno, Felipe González, da un primer paso e intenta exponer unas ideas claras. En el suplemento 'Domingo', del diario EL PAÍS, aparece un amplio extracto de la transcripción del coloquio, celebrado en Madrid el pasado 6 de noviembre, que dirigió la ex comisaria europea Emma Bonino y en el que estuvieron presentes el ex ministro español de Exteriores y ex comisario europeo, Marcelino Oreja; el ex presidente finlandés, Martti Ahtisaari, y el financiero George Soros, entre otros.
Las cuestiones esbozadas por el ex presidente son:
¿Sencillo verdad?, y ¿por qué cuesta tanto llevarlo a cabo?Una política energética común, un tratamiento conjunto de las migraciones, una reducción de la brecha tecnológica con EE UU, los problemas de seguridad, una voz diplomática común: estos desafíos necesitan el poderoso impulso de la voluntad en vez de seguir dándole vueltas a los tratados y a lo que haga o deje de hacer el "motor franco-alemán"