Revista Opinión

Europa empieza a despertar y se rebela contra el islam

Publicado el 08 mayo 2016 por Franky
Aunque Londres cuente ya con un alcalde musulman muy integrado en la cultura británica, el rechazo a los musulmanes en España y en toda Europa crece como la espuma y es consecuencia, sobre todo, de la torpeza de los políticos, incapaces de reconocer que muchos musulmanes se están ganando ese rechazo a pulso porque llegan al país para delinquir, cargados de arrogancia, desprecio y espíritu de conquista. --- Europa empieza a despertar y se rebela contra el islam Cuando la canciller Ángela Merkel dijo esa gran mentira de que "El islam forma parte de Alemania" hundió su carrera política porque los alemanes se aferraron a la verdad, reaccionaron en contra y decidieron no perdonarle esa falsedad. La extrema derecha empezó a crecer y hoy es ya la tercera fuerza política de Alemania, mientras en el resto de Europa la repulsa contra el islam crece, cierran las fronteras a los musulmanes arrogantes que llegan para insultar y conquistar un continente que en modo alguno les pertenece y que es ajeno a su forma de vida.

En todos los países de Europa está creciendo como la espuma el rechazo a los musulmanes. La culpa la tienen la arrogancia y espíritu delictivo de muchos inmigrantes musulmanes y la estupidez de una clase política europea que se ha mostrado incapaz de defender las raíces y la cultura europea frente a los invasores que llegan para conquistar y aprovecharse, no para adaptarse y colaborar en la construcción de un país mejor.

En España, donde la falsa democracia se comporta como una dictadura y oculta información, el rechazo a los musulmanes está creciendo todavía con más intensidad que en Francia, Alemania o Austria, pero los medios de comunicación ocultan ese dato porque los políticos no quieren reconocer ese rasgo ciudadano.

Los políticos llevan décadas mintiendo sobre las raíces musulmanas de España y difundiendo mentiras como la convivencia pacífica entre las culturas musulmana, judía y cristiana, durante la larga ocupación musulmana de España, una convivencia que nunca existió y que cuando se mantuvo fue porque los cristianos eran exprimidos con impuestos abusivos. En la actual cultura española hay poca influencia musulmana y muchas cristianas, aunque a los políticos, sobre todo a los "progres", les resulte imposible reconocerlo.

Son muchos los políticos españoles, sobre todo de la izquierda, que hacen lo posible por ayudar a las comunidades musulmanas recién establecidas, sobre todo en Cataluña, donde el nacionalismo tiene la esperanza de que los cientos de miles de musulmanes establecidos allí apoyen masivamente la independencia.

En general, los políticos mienten al afirmar que "El Islam forma parte de España", cuando la verdad es que no sólo no forma parte sino que España es justo lo contrario, producto de la resistencia y la lucha contra el dominio musulmán.

La España actual forjó su unidad, cultura e identidad como país gracias a la "Reconquista", una lucha contra el invasor musulmán que duró ocho siglos y que hizo de España un país cristiano, unido y con raíces comunes.

Pero los políticos actuales, alienados, cobardes y divorciados de la democracia y de los sentimientos del pueblo al que falsamente dicen representar, se empeñan en acoger a los musulmanes, en financiarles mezquitas y en cerrar los ojos ante las violaciones, robos y otros muchos delitos que protagonizan bandas de jóvenes musulmanes llegados a España con una arrogancia insultante, como si el país les perteneciera.

Lo que los políticos españoles están consiguiendo con su torpe política de apoyo al Islam es disparar la xenofobia antiislam en España, como reconoce con alarma la misma Unión Europea.

La ciudadanía, que es mucho más justa y sabia que su clase política, es cada día más hostil a los musulmanes que se dedican a vejar, robar, golpear y humillar a los autóctonos, hasta el punto de que estarían dispuestos a apoyar a cualquier dirigente político radical que, como está ocurriendo en otros países de Europa, se muestren dispuestos a cerrar las fronteras a la inmigración musulmana y a expulsar a los musulmanes indeseables establecidos en esas naciones.



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