Grecia se despertó con una gran huelga y un activismo que hacía mucho que no se conocía, ante las medidas que tomó su gobierno al dictado de Los Mercados.
Los franceses han demostrado que, sin haber acabado de manifestarse, han conseguido que Sarko se viera obligado a cambiar el gobierno, ante la avalancha de huelgas, por algo leve, comparado con lo que pasa en España y en otros países de Europa: alargar la edad de jubilación de 60 a 62 años.
Los estudiantes ingleses ante la tremenda subida de las tasa universitarias han puesto y siguen poniendo en jaque al gobierno de Cameron.
Hace un par de días, una huelga en Portugal paralizó el país, en previsión de lo que puede llegar de un momento a otro. El ya anunciado “rescate” –que eufemismo tan bonito para esconder la verdadera palabra: hundimiento— desde la UE. Y los irlandeses están levantándose contra las fuertes medidas que ha anunciado su gobierno.
¿Y en España qué? Como diría un castizo, en España na’. La famosa huelga, una operación aislada que aunque tuvo éxito ha quedado olvidada y sin ningún resultado positivo, no puede quedar en aguas de borrajas. Los sindicatos deben jugar un papel más activo, y no dormirse en los laureles, porque el desánimo y la resignación son enemigos que hay que combatir.
No podemos quedarnos a ver como nos vuelven a machacar, con medidas que atentan contra los más débiles. Hay que persistir en la protesta. Cuando un gobierno se rinde a “las excelencias del mercado” y la mayoría de la oposición sólo juega con palabras, sin dar alternativas, el nudo gordiano es la movilización de la sociedad civil. Con partidos entregados, otro que podría defendernos pero descafeinado por la injusta ley electoral, con sindicatos poco activos, la debilidad de la sociedad civil se nota y se paga.
Porque hay alternativas que no son las que se están explicando, no caigamos en el error que está cayendo mucha gente: la resignación. Mientras, de forma interesada, los gobiernos y la mayoría de los medios de comunicación están insistiendo en la necesidad de recortar más todavía el ya débil Estado del bienestar. Hay salidas, pero claro significa colocarse fuera del cauce de Los Mercados, y a eso no se atreven los gobiernos, que prefieren seguir los mandatos de su nuevos dioses, sin contradecirles.
La pregunta que está en el aire es ¿para qué sirve nuestro voto, si el gobierno que sale va a seguir mandatos ajenos? Es un grave problema, tan grave como que está devaluando la democracia de forma alarmante. Hay que potenciar a quienes no se venden a Los Mercados.
La semana pasada se celebró un acto de ATTAC, al que muchos de los asistentes no pudimos entrar porque la sala estaba llena diez minutos antes del comienzo. Hoy ATTAC lo ha colgado en la red, Créanme vale la pena, da las alternativas a las medidas tomadas y habla con claridad de la situación que vivimos. Si pueden, no se lo pierdan, está en dos partes, dura en total dos horas, pero les aseguro que merece la pena. Este fin de semana, saquen ese tiempo y véanlo, encontrarán respuestas, a muchas incógnitas, que no son políticamente correctas (Aquí y aquí pueden encontrar los vídeos).
Cuando el gobierno y el parlamento hacen caso omiso a las demandas sociales no cabe otra salida que la rebelión pacífica. Salir a la calle, protestar, y hacer ver el descontento, y luego demostrarlo a la hora de votar. Si no, no tendremos derecho a quejarnos.
Y no queda otra, o nos rebelamos y conseguimos una sociedad civil fuerte o estamos condenados en poco tiempo a retroceder cien años, y no exagero, en el Estado de bienestar.
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