Joaquín María López de Andújar, obispo de Getafe, acaba de condenar la instalación de Eurovegas en su diócesis madrileña: “Eurovegas es una fachada atractiva, pero dentro ves su podredumbre de ludopatía, prostitución y blanqueo de dinero”.
El cronista plantea una especulación al afirmar que los obispos deben saber ya que Eurovegas, si finalmente recala en España, llevará a Barcelona su anunciada inversión de 18.000 millones de euros.
La inopinada denuncia del obispo contra los gravísimos pecados eurovegasianos llega tras un año de silencio absoluto desde que el magnate de Las Vegas, Sheldon Adelson, anunció que construiría su ciudad en Madrid o Barcelona.
Ambas capitales y sus CC.AA. lucharon para convencer al nuevo Mr. Marshall de que su territorio es mejor, y si primero Madrid dio todas las facilidades, Barcelona se presentó como el principal puerto del Mediterráneo, que dispone también de todo lo que tiene Madrid.
Pero Barcelona, además, no se ha topado con la Iglesia. Sólo ocurriría si su arzobispo, el cardenal Luis Martínez Sistarch, condenara también como Andújar la ciudad del vicio en su territorio. Pero permanece absolutamente silencioso.
López de Andújar es un íntimo colaborador del arzobispo madrileño, que a la vez es presidente de la Conferencia Episcopal española (CEE), el cardenal Rouco Varela, que mantiene excelentes relaciones con las dos luchadoras por el Eurovegas madrileño, la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y la alcaldesa, Ana Botella.
Si Rouco condenara Eurovegas como presidente de la CEE, afectaría la archidiócesis catalana, pero si sólo lo hace un obispo madrileño muy cercano, y no uno catalán, se supone que en Barcelona el pecado sólo es venial.
Quizás Adelson ha dicho discretamente que Eurovegas estará en Barcelona y no en Madrid, y si el cronista errara su especulación es que la Iglesia católica ha perdido poder e influencia.
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SALAS