Finalmente Patxi López ha decidido convocar elecciones, anticiparlas para el próximo 21 de octubre.
Este gobierno que mantenía una anormalidad ha llegado a su fin. Y será un nuevo gobierno, el que salga del nuevo parlamento, donde estén representados todos los partidos políticos, el que le suceda.
Una situación arbitraria e injusta –a mi modo de ver—, hizo que en las últimas elecciones vascas no pudieran presentarse los herederos de Batasuna. Lo que propició, de forma calculada, que la unión del PSE y del PP –imposible de conseguir si hubiera participado toda la izquierda abertzale— consiguiera elevar a lendakari a Patxi López, un candidato que difícilmente representa el 20% de todo el pueblo vasco.
Es bueno que se vuelva a la normalidad democrática. Hoy, todos los partidos pueden y deben participar, por lo que los resultados serán los reales, sin exclusiones y sin cambalaches. No habiendo prohibiciones, el resultado reflejará la verdadera voluntad del País Vasco.
Siendo legal, el gobierno de Patxi López, apoyado por el PP, ha sido un gobierno anormal y representa una situación, afortunadamente superada en el País Vasco. Si el PSE y el PP quieren gobernar juntos, tendrán que sacar bastantes más votos que los que han sacado hasta ahora. Y parece que no van por ahí las previsiones. Las encuestas les dan, entre los dos, unos 30 diputados y necesitarían 38.
Por otro lado, los herederos de Batasuna, con la denominación EH – Bildu conseguirían 22 escaños y el PNV entre 23 y 24. Lo que hace muy probable que el PNV gobierne con EH-Bildu o con el PSE, pero de ninguna manera el lendakari sería Patxi López, al ser la tercera fuerza.
Afortunadamente la normalidad electoral vuelve al País Vasco. Ahora queda solo que se complete con la normalidad democrática: la desaparición de ETA.
Patxi López ha vivido sus años de gloria, ha subido a los altares impuesto por unas leyes que no permitieron que todas las sensibilidades de Euskadi estuvieran representadas. Hoy, cuando ha anunciado la convocatoria de nuevas elecciones para dentro de dos meses, ha apostillado que ha valido la pena haber sido lendakari para acabar con el terrorismo de ETA. Y es que se cree el responsable de la inactividad de ETA, olvidando que eso ha sido un esfuerzo colectivo, donde él ha sido uno más entre los millones de ciudadanos que, con su rechazo al terrorismo, han conseguido que sea un hecho su próxima desaparición. Su megalomanía le ha traicionado, o quizá quiere apuntarse el tanto para partir con ventaja en las próximas elecciones.
¡Pobre infeliz! Debería saber, aunque su ego quizá no se lo permita, que a lo más que puede aspirar es a ser un segundón del PNV, ese partido al que quitó la lehendakaritza al aliarse, contra natura, con el PP, pero eso ya es historia.
Salud y República