El Gobierno holandés propuso al Parlamento una nueva reforma de la ley de suicidio asistido que permitirá administrar fármacos letales a personas sanas, simplemente, porque “sientan que ya no tienen más perspectivas en la vida” y “han desarrollado un deseo de morir persistente y activo”.
La iniciativa de los ministros de Sanidad y de Justicia ofrece ampliar los supuestos en los que se puede aplicar la eutanasia, despenalizada en Holanda desde 2002. La reforma llega al Parlamento con el dictamen en contra de un Comité de Expertos, que la consideran “no deseable”.
Incluso los muy progresistas expertos holandeses, que han bendecido hasta ahora todo avance hacia más eutanasia, perecen darse cuenta de a dónde lleva la pendiente resbaladiza de una cultura de la muerte.