CÉSAR VIDAL
Eutanasia (IV)
En mi última entrega, señalé cómo, finalmente, el programa de eutanasia del nacional-socialismo encontró la oposición de algunos creyentes y semejante actitud logró que se detuviera. Sin embargo, la respuesta distó mucho de ser unida, generalizada y pronta. De haber revestido esas características, no cabe duda de que el programa de eutanasia no se hubiera llevado a la práctica y quizá ni siquiera iniciado. ¿A qué se debió esa reacción tan concreta y – si se nos permite – deficiente?.
Las razones son varias y voy a intentar, siquiera de manera sucinta, explicarlas, primero, en relación con el conjunto del pueblo alemán y luego de las confesiones religiosas.
LA REACCIÓN DEL PUEBLO ALEMÁN
En nuestros días, tras el conocimiento de lo que fue Auchswitz y el Holocausto, pero, sobre todo, tras la derrota en la segunda guerra mundial, nadie se atrevería a dudar de que el nacional-socialismo era un epítome de la maldad humana. Sin embargo, es más dudoso que esa fuera la visión que se podía tener durante los años veinte y buena parte de los treinta.
Puede leer aquí el artículo completo de este escritor, historiador y teólogo de fe protestante titulado Eutanasia: pasividad del pueblo alemán