Primera lectura del Grupo Atlántico en el Espacio Cultural La Grieta
Por Maumy González
Leer en público puede dar vergüenza. Leer en público un texto propio puede generar el doble de vergüenza, pero también es un momento feliz. El viernes pasado, durante la presentación del Grupo Atlántico en el Espacio Cultural La Grieta, tuve la linda experiencia de presenciar la lectura de siete textos por sus propios autores. Una lectura que seguramente alguno de ellos hizo con cierto grado de vergüenza, pero creo que todos hicieron genuinamente felices, genuinamente orgullosos. Aprovecho para felicitarlos, a todos y a cada uno, pues fue gracias a ellos que la primera presentación del Grupo Atlántico se convirtió en ese encuentro que sus integrantes pretendíamos que fuera: una construcción cálida y colaborativa.
Hace unas semanas me llamó el escritor Gastón Fiorda para invitarme a formar parte del Grupo Atlántico. Me dijo que él, junto con el escritor Héctor Álvarez Castillo, habían ideado armar un grupo multidiciplinario integrado por escritores, intelectuales y artistas para producir y divulgar actividades culturales. Me pareció interesante la propuesta y acepté sumarme. No era mucho lo que podía aportar porque la realidad es que estoy embarcada en muchas cosas (en otra entrada estaré comentando al respecto), pero estoy tratando de apoyarlos, como pueda, desde mi lugar. Ha sido poco, lo reconozco, pero lo que parece poco se ha hecho con cariño.
Una de esas acciones hechas con cariño fue acompañar la primera lectura del Grupo Atlántico. La propuesta era sencilla: convocar a autores preseleccionados a participar de la lectura de textos breves. Esos textos serían leídos el día de la presentación y también compartidos en la página web del Grupo. El trabajo de selección llevó algunas semanas y, finalmente, los textos escogidos fueron leídos el viernes pasado en el Espacio Cultural La Grieta.
Algo que me pareció extraordinario de la lectura fue la calidad de los textos. El nivel de escritura era notable y eso es algo que merece destacarse. El primero en participar fue Agustín Alcorta, que leyó un cuento de ciencia ficción muy inquietante titulado “Más allá de todo”. La segunda fue Amelia Bartozzi, que leyó el cuento de terror “El fantasma de la línea 93”. El tercero fue Claudio García Fanlo, que leyó otro cuento de terror, uno titulado “El señor Boronovsky”, que forma parte de su libro Los de al lado, una compilación de textos breves donde echa mano de la curiosidad morbosa que puede suscitar la convivencia dentro de un edificio para plasmar historias de terror urbano. El cuarto fue Fernando González Oubiña, que leyó el cuento “En el tren”, una historia surrealista de un viaje en tren donde una mujer da a luz a un hijo producto de una relación poliamorosa. El quinto fue Carlos Romero, que leyó el poema “Escenario nocturno”. La sexta fue María Josefa Remersaro que leyó el cuento “Los vampiros torturados por boas de piel”, donde habían vampiros, claro, y boas de piel, y que era la emulación de una canción de una banda musical de la que no alcancé a escuchar el nombre. El séptimo y último de la tanda fue Daniel Frini, que leyó el cuento “Costumbre amorosa de los gigantes” que narraba cierto ritual terrible (para los humanos) y amorosamente tierno (para los gigantes). Reitero mis felicitaciones a cada uno de ellos, lograron que este encuentro resultara tanto o mejor de lo que esperábamos.
Y a ti que te has tomado el trabajo de llegar hasta acá, te recomiendo amigarte con la fanpage del Grupo Atlántico. En los próximos días habrá información sobre las primeras actividades gratuitas (un taller de lectura y otro de filosofía para no filósofos, si mal no recuerdo) que se estarán dictando en el Espacio Cultural La Grieta. Si vives en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y te interesa la literatura por ahí puede que te venga bien anotarte.
Por lo pronto, me despido. Se feliz, estés donde estés.
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