Mis amigos y mis clientes saben que soy totalmente contrario a las sociedades de dos socios al 50%
Me lo hizo recordar un panegírico escrito por José Luis Bonet, expresidente de Freixenet referente al reciente fallecimiento a los 99 años del gran patriarca de la exitosa compañía vinícola del Penedés, don José Ferrer, el impulsor de lo que hoy es la empresa. En dicho artículo recordaba el autor que Freixenet pertenece desde 2018, en un 50.07%, a la alemana Oetker.
Ese 50,07%, es decir, la mayoría por un 0,07%, demuestra que los alemanes coinciden conmigo.
He visto y veo muchos casos de reparto el 50% de una sociedad, que o acaban en los juzgados o suponen un freno al desarrollo de la empresa. Muchas incluso acaban quebrando.
Una sociedad al 50% supone que cuando surge una divergencia importante entre los dos socios, no es posible tomar una decisión si ninguno de ellos claudica, y la empresa queda paralizada.
Si los dos socios son administradores de la sociedad, el enfrentamiento conduce a un ambiente irrespirable, que trasciende a empleados, clientes y proveedores. Si sólo uno lo es, puede ir tirando, pero más pronto o más tarde suele acabar mal.
Y eso pasa en empresas maduras y en startups. Aunque en estas últimas la necesidad de abrir su capital a aportaciones de nuevos socios sirve para paliar el problema.
En el anecdotario empresarial son numerosos los casos de 50-50 que han acabado mal; aunque también hay algunos que han acabado bien, después de dar trabajo a los abogados. Uno que me viene a la memoria es el largo enfrentamiento entre los dos hermanos propietarios de los supermercados Bonpreu, muy arraigados en Catalunya, que acabó con un acuerdo económico por el que el hermano/socio gestor compraba al no gestor.
Seguro que mis lectores conocen muchos otros casos.
Mi consejo es: aunque sea echando una moneda al aire, uno de los socios debería tener aunque sea un 0,07% más (como en Freixenet), para que quede claro que él o ella tiene la última palabra cuando sobre la mesa haya decisiones o asuntos en los que los dos no coincidan. Y mejor que hacerlo a suertes, reflexionad sobre quien es (o va a ser) realmente el "alma" del negocio, y asumirlo en el reparto de poder adjudicándole esa mayoría.
Pensad que un 0,07% (o un 0,01%, que también sirve) no significa apenas nada en los económico, pero puede ser la clave de que la paz social se mantenga en la empresa muchos años.
Y también hay una alternativa: incorporar a un tercer socio (si tiene sentido empresarial), que rompa el 50-50.
Sé que algunos de los que leeis esto no me hareis caso, sea porque llevais años al 50-50 y hasta ahora os ha ido bien, o porque iniciais un negocio con un amigo (o un hermano) y "lo lógico" es que sea al 50%, pero creedme si os digo que un día os arrepentireis.