Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
El 15 de agosto pasado, un grupo de indígenas bolivianos partió hacia La Paz para oponerse a la construcción de una carretera de 300 kilómetros que, desde Brasil, atravesaría el Territorio indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (12.OOO km2, habitados por tres etnias) y obtendría una salida al Pacífico por Perú. Dicha ruta se iba a construir con un préstamo de 415 millones de dólares del Banco del Desarrollo del Brasil y estaba a cargo de la empresa brasileña OAS. Según fuentes gubernamentales, Bolivia necesitaba tanto como Brasil una salida al Océano Pacífico para tener salida directa hacia las naciones asiáticas, compradoras de soja. Y Evo Morales firmó el acuerdo de la construcción con el presidente Lula.
Un mes después de su inicio, Evo mandó a la Policía a reprimir la marcha de los indígenas que se oponían a este proyecto y fue acusado ante la fiscalía general de abuso contra ellos y de “represión brutal y salvaje”. Hubo muchos heridos y desaparecieron 37 chicos, lo que levantó a su propia gente. La ministra de Defensa, Silvia Chacón, renunció en una carta que decía: “Así, no. Acordamos con el pueblo hacer las cosas de otra manera”. El ministro de Gobierno, Sacha Llorente, renunció en parecidos términos y el presidente Evo Morales, acosado por su pueblo, terminó por suspender dicha construcción.
Seis años después de su llegada al poder, Juan Evo Morales cambió la constitución y hasta el nombre de su país, hoy llamado Estado Plurinacional de Bolivia. Él mismo representaba al sindicalismo cocalero y a sus postergados hermanos. Pero, tras este serio enfrentamiento con los indígenas, el presidente pidió perdón a los indígenas en un mensaje a la nación. “Que me disculpen, que me perdonen”, señaló y volvió a deslindar responsabilidades respecto a la orden dada a la Policía para que arremetiera con brutalidad, sin discriminar a niños, mujeres, ancianos y varones el pasado domingo, a la vera de los caminos. Pero su petición de perdón no ha parado el conflicto. Justa Cabrera, presidenta de las mujeres indígenas de las tierras bajas, ha afirmado que será muy difícil olvidar tanto atropello por parte del Gobierno. Y el Movimiento Sin Miedo, ex aliado gubernamental, ha comenzado gestiones para entablar un juicio político por genocidio contra Morales y su gobierno y, otro, por daños económicos al Estado.
“¿Hacia donde se inclinará la balanza? –Se pregunta Malú Kikuchi ([email protected]) en Argenlibre– ¿Volverán al siglo XV y Evo quedará en la historia como el héroe que los rescató de occidente, o entrarán al siglo XXI y Evo será un traidor para su pueblo? Es más que Bolivia lo que está en juego, es todo el movimiento indigenista americano. Es otro sistema de vida, detrás del cual se mueven ideas temibles, ajenas a las repúblicas democráticas. El tema no es una carretera. El tema es el futuro”.