Revista Cultura y Ocio
Celebro por muchas razones —entre las que incluyo las afectivas— el acuerdo entre la Diputación Provincial de Cáceres y la Universidad de Extremadura por el que tan valiosos fondos bibliográficos como la Biblioteca Alonso Zamora Vicente y la Biblioteca de Pedro de Lorenzo hayan quedado depositados para consulta e investigación en la Biblioteca Central de la UEX en Cáceres. Pendiente aún la inauguración institucional, aunque ya difundido el acuerdo, habrá tiempo de escribir más sobre un acontecimiento así que ya merecería otros titulares. Ahora, lo que quiero compartir es mi entusiasmo —no exento de preocupación— por tener a escasos metros del lugar en el que trabajo y en libre acceso en sala los volúmenes, en su mayoría primorosamente encuadernados, de la biblioteca personal de Pedro de Lorenzo (1917-2000), el escritor cacereño de Casas de Don Antonio, protagonista de aquella Juventud Creadora acomodada en la «España Triunfal» desde 1939. Para cualquier estudioso de la obra de este escritor es un filón impagable del que saldría con relativa facilidad más de una tesis doctoral. Pero, además, contiene buena parte de la historia de la literatura española desde la guerra civil hasta finales del pasado siglo, y mucha novela, dedicada por los autores, con primeras ediciones de, entre otros muchos, Ignacio Aldecoa o Ana María Matute. He podido ver esta mañana casi todos los libros de Santiago Castelo encuadernados y dedicados, en una colección que hasta ahora no habíamos tenido. No es algo nuevo, pues desde hace muchos años sabíamos dónde estaban esos libros; y algunos tuvimos la suerte de consultarlos cuando estuvieron en un recoleto y acogedor espacio del Complejo Cultural San Francisco de Cáceres. Allí tuvieron «despacho» Tomás Pavón y Julián Rodríguez y allí Rodrigo Pastor, Teo Jiménez Parrón y yo grabamos una entrevista en 1999 con Ricardo Senabre para un documental sobre la antigua Biblioteca de la Facultad de Letras del edificio «Valhondo». Tiene mucha historia ese fondo de libros. Todavía la Diputación no ha actualizado en su página web nada relativo a esas bibliotecas; e incluso se sigue informando del horario de apertura de la Zamora Vicente por las mañanas de lunes a viernes. Todavía queda pendiente que la Universidad habilite los enlaces para que los interesados podamos averiguar la ubicación exacta de un ejemplar de los casi cuarenta mil que nos han llegado al campus. Una delicia que merece ser difundida. Hace dos días, a M., una alumna de cursos pasados, a la que todavía le falta presentar su Trabajo de Fin de Grado, propuse para desarrollar su estudio la localización, la consulta y el cotejo de todas las ediciones de La novela española… de Martínez Cachero. No encontramos en ese momento ninguna biblioteca pública que las tuviese todas; pero, al rato, cuando visité la sala general de la Biblioteca Central de la UEX en Cáceres, las tuve a la vista, todas, y encuadernadas en holandesa de media piel. Así que solo queda vincular las bases de datos que sean para que las búsquedas nos sigan sorprendiendo como favorecían los dioses a los que persistían en el ruego. Cuántas veces habrá rogado uno para encontrar un libro raro y cuántas, cada día más, ha sido escuchado gracias al trabajo de muchos. Gracias, gracias, gracias. A todos los que el otro día, en estos días, me han permitido disfrutar hojear con la debida delicadeza tanta cantidad de libros.