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Exaltación del Imperio

Publicado el 18 mayo 2011 por Alma2061




Exaltación del ImperioEn las composiciones patrióticas de Fernando de Herrera, el poeta sevillano se sirve de un lenguaje en el que el énfasis retórico se alía a la necesidad, propia de la época, de exaltación del Imperio.Fragmento de “La victoria de Lepanto”.De Fernando de Herrera.Cantemos al Señor, que en la llanura
Venció del ancho mar al Trace fiero:
Tú, Dios de las batallas, tú eres diestra,
Salud y gloria nuestra.
Tú rompiste las fuerzas y la dura
Frente de Faraón, feroz guerrero:
Sus escogidos príncipes cubrieron
Los abismos del mar, y descendieron
Cual piedra en el profundo; y tu ira luego
Los tragó, como artista seca el fuego.El soberbio tirano, confiado
En el grande aparato de las naves
Que de los nuestros la cerviz cautiva
Y las manos aviva
Al ministerio injusto de su estado,
Derribó con los brazos suyos graves
Los cedros más excelsos de la cima,
Y el árbol que más yerto se sublima
Bebiendo ajenas aguas, y atrevido
Pisando el bando nuestro y defendido.Temblaron los pequeños, confundidos
Del impío furor suyo; alzó la frente contra ti,
Señor Dios, y con semblante
Y con pecho arrogante,
Y los armados brazos extendidos,
Movió el airado cuello aquel potente:
Cercó su corazón de ardiente saña
Contra las dos Hesperias que el mar baña;
Porque en ti confiadas le resisten
Y de armas de tu fe y amor se visten.Dijo aquel insolente y desdeñoso:
«¿No conocen mis iras estas tierras
Y de mis padres los ilustres hechos?
¿O valieron sus pechos
Contra ellos con el húngaro medroso,
Y de Dalmacia y Rodas en las guerras?
¿Quien los pudo librar? ¿quién de sus manos
Pudo salvar los de Austria y los Germanos?
¿Podrá su Dios, podrá, por suerte, ahora
Guardallos de mi diestra vencedora?»Su Roma, temerosa y humillada,
Los cánticos en lágrimas convierte:
Ella y sus hijos tristes mi ira esperan
Cuando vencidos mueran.
Francia está con discordias quebrantada,
Y en España amenaza horrible muerte
Quien honra de la luna las banderas;
Y aquellas en la guerra gentes fieras
Ocupadas están en su defensa;
Y aunque no, ¿quién hacerme puede ofensa?»Los poderosos pueblos me obedecen,
Y el cuello con su daño al yugo inclinan,
Y me dan, por salvarse, ya la mano,
Y su valor es vano,
Que sus luces cayendo se oscurecen.
Sus fuertes á la muerte ya caminan,
Sus vírgenes están en cautiverio,
Su gloria ha vuelto al centro de mi imperio:
Del Nilo á Eufrates fértil é Istro frío,
Cuanto el sol alto mira, todo es mío.»Tú, Señor, que no sufres que tu gloria
Usurpe quien tu fuerza osado estima
Prevaleciendo en vanidad y en ira,
Este soberbio mira.
Que tus aras afea en su victoria;
No dejes que los tuyos así oprima,
Y en sus cuerpos cruel las fieras cebe,
Y en su esparciada sangre el odio pruebe:
Que hechos ya su oprobio, dice: «¿dónde
El Dios de éstos está? ¿de quién se esconde?»Por la debida gloria de tu nombre,
Por la justa venganza de tu gente;
Por aquel de los míseros gemido,
Vuelve el brazo tendido
Contra éste, que aborrece ya ser hombre,
Y las honras, que celas tú, consiente;
Y tres y cuatro veces el castigo
Esfuerza con rigor á tu enemigo,
Y la injuria á tu Madre cometida
Sea el hierro contrario de su vida.Levantó la cabeza el poderoso
Que tanto odio te tiene: en nuestro estrago
Juntó el consejo y contra nos pensaron
Los que en él se hallaron.
«Venid, dijeron, y en el mar undoso
Hagamos de su sangre un grande lago:
Deshagamos á éstos de la gente,
Y el nombre de su Cristo juntamente;
Y dividiendo de ellos los despojos,
Hártense en muerte suya nuestros ojos.»Vinieron de Asia y portentosa Egito
Los Arabes y leves Africanos,
Y los que Grecia junta mal con ellos,
Con los erguidos cuellos,
Con gran poder y número infinito;
Y prometer osaron con sus manos
Enceder nuestros fines, y dar muerte
A nuestra juventud con hierro fuerte,
Nuestros niños prender y las doncellas,
Y las glorias manchar y la luz dellas. 




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