El otro día llegó a mis oídos que el 25 de septiembre un grupúsculo de extrema-derecha pretende organizar un acto en homenaje a la figura del Cid Campeador con mensajes que exaltan los valores cristianos y la reconquista de la Península Ibérica en detrimento de la cultura musulmana y su presencia en nuestras tierras.
Sin embargo, gracias a la ignorancia consuetudinaria de los extremismos, este sábado lo único que se va a exaltar es el desconocimiento. Nos venden la imagen de El Cid como la de un caballero cristiano que luchó por su pueblo en contra de la invasión de los malvados islamistas. En cambio, la verdadera historia nos cuenta que El Cid era un personaje nacido en el seno de una familia cristiana, que fue miserablemente enviado al exilio debido a los recelos del rey Alfonso VI, que temía ser desplazado del trono. Una vez en el exilio, El Cid tuvo que sobrevivir haciendo aquello en lo que era realmente magnífico, es decir, combatir, y para ello luchó como mercenario tanto para musulmanes como para cristianos.
Me parecía necesario hacer esta aclaración, lejos de lo que pueda pensar cualquier panda de desalmados, pues son una minoría, simplemente para encauzar la concepción errónea de una mayoría que piensa lo mismo que los sectores más radicales del cristianismo y que, en momentos de excitación, pueden entrar en consonancia con esa actitud tan fatua de la que hacen gala tan a menudo los grupos sectáreos.
El Cid Campeador forma parte de la épica española, al igual que Odiseo o Eneas lo fueron para la épica griega y romana. Sin duda El Cid fue el mayor general que ha dado España y merece todos los honores militares, sin embargo, exaltar cualidades que no le corresponder y ensuciar la historia con el fanatismo constituye el mayor oprobio que una persona le puede hacer a sus raíces.