No podíamos tener mejor forma de clausurar "la Semana" que con música coral de compositores vivos, siempre más avanzados en muchos aspectos que los sinfónicos, esta vez con repertorio totalmente sacro, y por supuesto música más "cercana" al público, sobre todo al asturiano (y avilesino en particular) por una tradición coral casi tan larga como el vasco, de donde venía esta laureada formación de voces blancas fundada en el año 2.000 por iniciativa de su director (auténtico motor coral), seguidor de la que podríamos llamar "Escuela de Javi Busto" y con una profesionalidad que hace posible investigar e interpretar nuevos repertorios que luego "exportarán" al resto de coros, aunque la distancia entre los "aficionados" en muchos casos hace impensable (imposible nunca) poder cantar joyas como las escuchadas esta víspera del Domingo de Ramos. Todo un muestrario de compositores corales que nos dejó con un excelente sabor de boca en voces femeninas que también tienen un hueco importante en el mundo coral.El concierto comenzaba cantando en procesión hasta el altar con el bombo marcando la pulsación Media Vita de Michael McGlynn (1964), homenaje al Gregoriano, a la Escuela de Notre Dame de Leonin y Perotin, y con el conocimiento que el compositor irlandés tiene del mundo coral, haciéndonos partícipes de la sonoridad cercana de estas voces blancas que impresionarían por su colorido, empaste, afinación exquisita y riqueza dinámica que nunca debe olvidarse.En plenos aniversarios no podía faltar el homenaje Duo Seraphim de Victoria, enriquecedor nuevamente por escucharlo con voces blancas. Y rápidamente retomaríamos compositores de nuestro tiempo, esta vez Mater Christi de Pekka Kostiainen (1944), finlandés y otro director de coros además de compositor, proveniente del país con más coros por metro cuadrado. Polifonía en estado puro con voces impresionantemente equilibradas y llenas de matices.Un salto estilístico y muy apreciado por técnicas como los hoquetus, polirritmias, disonancias imposibles, glissandi y parlatos, crescendi eternos y pasajes fugados, resultó el De Profundis clamavi del polaco Pjort Janczak (1972), perfecta conjunción del catolicismo vocal "a capella" que bebe de fuentes ancestrales y donde se notó un poco el ser coro de voces iguales aunque el equilibrio siempre estuvo presente, pero hubiéramos agradecido (al menos la obra) el sustento de unos bajos que siempre dan mayor empaque a esta maravilla compositiva.De otro país con coros de primera división mundial proviene el joven filipino John August Pamintuan (1972) de quien escuchamos Oremus y cerrando programa Crucifixus, en la línea compositiva del polaco donde el coro femenino se volcó interpretativamente, con un colorido propio más allá de las voces blancas, y obras realmente exigentes por dificultad pero de una emoción que se transmite desde un latín que parece resucitar gracias a la música.Dos compositores húngaros son Miklos Kocsár (1933) de quien escuchamos su Salve Regina, muy "clásico" en cuanto a su armonización y donde el coro se sintió como pez en el agua, breve "respiro" dentro de un difícil programa que no daba descanso a nadie, y Ádám Cser (1979) con su Ave Maria, obra bellísima para voces femeninas, impresionante de dificultad y realmente sobrecogedora en la interpretación de Vocalia Taldea.No podían faltar compositores vascos, para quienes la música vocal es su génesis, y así escuchamos Ave, Maris Stella de la donostiarra Eva Ugalde (1973) -Los Peques del León de Oro ya han cantado alguna obra suya- y Salve, Regina (J. Busto), obra interpretada mundialmente que forma la columna vertebral de muchos coros femeninos por todo lo que encierra esa escritura tan peculiar de El Doctor (y que "El León de Oro" interpreta como nadie, ¡palabra de leónigan!).En medio dos obras para voces blancas, otro Ave Maria compuesto por el canadiense David McIntyre (1952), y para cerrar Lauda Sion del magiar György Orbán (1947), y el comentado Crucifixus. Nueva lección coral por la veintena de voces Vocalia Taldea, bajo una dirección magistral del maestro alavés Astúlez, gesto claro y preciso, fraseos impecables, entradas bien marcadas y dando los tonos reales (¿tenemos un contratenor de director?), que con formaciones profesionales así puede trabajar tan bien estos repertorios, esperemos, habituales en los conciertos sacros del siglo XXI.De propina bisaron el De Profundis, creo que la mejor partitura de la noche y nuevamente impresionando la interpretación y rango dinámico, todo bañado de una calidad y calidez únicas.
A la salida compré a precio "de crisis" (15,00 €) su último CD que lleva por título Maria Mater, muy en la línea de todo lo escuchado para continuar mis "gozos y sombras de Cuaresma", supongo que sin penitencia pese al pecado.En breve subirán al Canal YouTube de la Semana alguna de las maravillas que pudimos disfrutar, y supongo que Paloma Mantilla estará al quite... Mientras tanto, seguiré con mis Santas Vacaciones Musicales.