Uno de los mayores problemas que enfrentamos los que nos dedicamos a esto del mundo 2.0 es pasarnos de frenada. Hemos interiorizado de tal modo lo de compartir y lo de dar antes de recibir, que es muy fácil no reconocer la diferencia entre libre y gratis, compartir y regalar.
Aunque también es verdad que muchas personas y empresas creen que en esto de Internet y de los medios sociales todo es muy fácil y no le dan demasiado valor monetario. “Pregúntale al que sabe, total es una pregunta de nada… a él/ella no le cuesta nada responder”, “Eso del FB lo hace mi sobrino de 21 años, que es informático y sabe un montón”…. Pero si se trata de una campaña o una agencia de las de siempre entonces sí… eso sí vale. ¿Es que es tan distinto el proceso de desarrollar una campaña tradicional al de hacerlo en el mundo on-line?
Hace unos días tuve una interesantísima conversación con Jordi Pérez. Su lema es “Hazte valer”. Él, como yo, ha invertido mucho tiempo en “clientes” por aquello de la famosa siembra (que ha regalado tiempo y conocimiento, vamos). Pero pasa el tiempo y la cosecha no se recoge. Pero siguen preguntando, todos los días aparece alguien con una pregunta a la que tú has tenido que dedicar decenas de horas hasta dar con la respuesta. La inversión tiene que ver con algo monetario, no? Si una empresa invierte espera recibir algo a cambio, verdad? ¿Es que Jordi y yo somos de una especie distinta?
Eva Snijders me puso un ejemplo tan simple como claro “Si vas a una boda y te encuentras con un médico o un abogado y le haces una consulta ¿Qué te responde? … pásate el lunes por mi despacho/consulta” y tú ya sabes que irás y pagarás, claro. Entonces ¿Por qué mis “consultas” tienen que ser gratis? ¿Por qué algunas empresas y personas creen que tengo que explicarles esto o lo otro y darles cuatro ideas sin cobrarles nada?
He dedicado buena parte de mis últimos tres años a “asesorar” a amigos que eran T4, T3 o T2 (para los que no entiendan esta nomenclatura visitad este post) y lo he hecho de muy buen grado. Los que me conocen pueden dar fe de ello. No me importa invertir mi tiempo si al otro lado hay alguien dispuesto a aprender. Y mucho menos si es para uso personal y no comercial. Pero también han pasado muchos, la mayoría, que cogieron el conocimiento y se fueron. Y los peores fueron aquellos que ni siquiera quisieron aprender… preguntaron un poco y un día desaparecieron sin más. Todo ese tiempo invertido, mucho, no genera “dinero”, y solo se valoró, espero, en poquísimos casos. Mientras hacia eso, mientras te ayudaba, dejaba de hacer algo que sí generaba dinero ¿lo sabías?
Pero el problema está en que yo mismo me dejo llevar por lo de “ayudar y compartir” y me paso de frenada y no sólo lo hago con mis amigos (con los que por supuesto no solo no me importa sino que seguiré haciéndolo) sino con los clientes, en el comité de tal o cual asociación o escuela, dando un curso, hablando sobre una colaboración que nos llevará al estrellato, etc. Pues eso habrá que pararlo, no? Como se suele decir: ante el vicio de pedir está la virtud de no dar, porque también habrá que aprender a gestionar el tiempo de tu “consultoría gratis”.
Como dice Albert Riba hay que saber ponerle freno a la pasión. O por lo menos ponerle razón. Y yo ahí, lo admito, suspendo del todo (me acabo dejando arrastrar).
Quizás también parte de la culpa la tenga la cantidad de info que la gente está dispuesta a disponibilizar en la red entre blogs, artículos, tuits, etc… Esto no ayuda a que las empresas y profesionales den valor al conocimiento que algunos atesoramos y vendemos (ayns… a ver si ahora estaré utilizando en beneficio propio los mismos argumentos de la batalla por los derechos de autor… espero que no). También Eva me hizo una serie de reflexiones interesantes:
- Revisa en tu timeline de twitter si los que no viven de su conocimiento (o sea, los que trabajan por cuenta ajena) coinciden con los que lo dan “gratis”.
- Fíjate en lo que opinan sobre los que sí viven de su conocimiento.
- Mira ahora cuanto twittean, postean, etc… pero fíjate lo que dicen y como lo dicen.
El domingo me pasé por el blog Wonderbusiness de mis amigos de Lewis & Carroll y ahí encontré un fantástico post de Alicia Mª Iglesias: Esto no es gratis. Habla también de esto, aunque lo hace, además de mejor que yo, incluyendo la visión que algunas empresas tienen sobre el trabajo de los que nos movemos en el mundo de los medios sociales. Citaré el comentario de mi también amigo Jorge Beschinsky (esto del mundo 2.0 y las redes hace que al final nos encontremos todos en todas partes… pero me encanta, eh?): “(…) Siempre se ha dicho que lo que no se paga, no se valora (…) Hemos de ser muy cuidadosos cuando “regalamos” conocimientos y a quien se los regalamos (…) Todo el mundo cree comunicar, pero muchos sabemos que no es así (…) Demasiado intrusismo y confusión de términos.”. ¡Touché! Ahí quería llegar yo.
Ahora solo me falta no seguir pasándome de frenada. Ya lo dije hace unos días en twitter “tomando decisiones de futuro… y drásticas…”. Y también me salió en el blog de Gabriela Revel hace un mes, en su genial Anticredo (que recomiendo leer a todo el mundo). Y en ambas ocasiones iba por lo mismo. Tengo, y tenemos todos, que conseguir hacer viable, monetizable, nuestro conocimiento. Aplicar el ya conocido Freemium, saber compartir pero sin regalar, o en su defecto intercambiar, pero de verdad. Lo de dar primero está muy bien, pero cuidado con los “listillos”. Hay que conseguir que nuestro trabajo tenga el mismo valor que las empresas dan a las agencias tradicionales, a consultores de compras, a ingenieros de sonido, a diseñadores … Ojo, que igual estoy aquí hablando de esto y el único “pringa’o” soy yo (y Jordi, supongo).
Mi conocimiento, el Free, lo encontráis en los espacios que tengo para ello: este blog (navegad por sus páginas), en Slideshare, en Youtube, en mi TL de twitter y en mi muro de Facebook, en los seminarios que doy (que son muy, muy asequibles) y en más sitios que abriremos en cuanto el tiempo nos lo permita (y la demanda lo exija). Ese conocimiento es para todos vosotros. Gratis. Para el resto… podemos sentarnos a conversar
En fin, siento esta larga reflexión/declaración… no era mi intención pero creo que el texto es bastante digerible, ¿verdad?.
Foto de portada: Luc Legay