Por La Churro desde Chile
La tradición marca que deberían gustarnos los hombres altos, rubios, de ojos azules, musculosos, de voz grave, con los que podamos tener una conversación con altura de miras y riqueza léxica y que, además, nos inviten a la cena. Nunca me cautivó esa escena, muy por el contrario, me he ido dando cuenta que algunas escenas o hechos que incluso llegan a ser matapasiones para algunas, a mí me llenan de amor o excitación. Les dejo algunos ejemplos a ver si a ustedes les pasa lo mismo.
Los hombres calvos: Mi hermano dice que me gustan los genes defectuosos. La explicación científica que le encuentro es que la calvicie es producto de la testosterona, así que como en la prehistoria, inconscientemente escojo a los hombres aptos para la reproducción.
El olor a saliva: ¿Será porque me recuerda al "olor a cama"?
Las axilas masculinas: Me encanta acariciarlas, olerlas, besarlas y hundirme en ellas. Pero es más una muestra de cariño y confianza, no lo hago con cualquiera, además, hay algunas más agradables que otras pero aun así, es un fetiche absolutamente inexplicable. El mayor problema es cuando estoy con un hombre cosquilloso.
Los "penes bebé": Disfruto jugar con los penes de los hombres cuando no están erectos. Son pequeños y blanditos, les hago cariño y los aprieto con dulzura. Cariñosamente los llamo "penes bebé" (no confundir con "pene de bebé"). La mayor parte de ellos lo odia porque les avergüenza pero me provoca una ternura enorme. Cuando él se excita, el juego pierde su gracia.
Los gordos: Me gustan los hombres XXL, ya sean grandes, panzones, gordos o "acamionados". Es fascinante acostarse sobre sus panzas y sentirse pequeñita allí.
Los lenguetazos: Una queda hedionda y pegajosa pero es como si un cachorrillo te demostrara todo su cariño. Además, no hay nada que se sienta más suave sobre tu piel que una lengua bien manejada.
El olor a sudor: Aquí la explicación es simple, yo creo que ese olor lo asocio a las más fervientes jornadas de sexo.
Los flaytes (marginales): Siempre me encuentran suavecita y con rico olor, además les fascina que tenga "el ojo de color". Creo que es solo porque con sus halagos me suben el ego.
Las duchas frías: Lo recomiendan como remedio para bajar la calentura, a mí en cambio, la diferencia de temperaturas me hace notar aún más cuan ardiente está mi cuerpo y eso me termina excitando más.
Los papás: Para algunas es sinónimo de huir debido a los problemas de tiempo, responsabilidades y, por sobre todo, por la mamá de los niños. Me gusta tener como pareja a hombres que son padres ya que tienen un espíritu protector del que la mayoría carece.
Convertirme en macho: Me excita acostarme sobre la espalda de un hombre y moverme como si lo estuviera penetrando. ¿Será que en el fondo soy un hombre homosexual?
El aliento a alcohol: Me gusta cuando ellos me besan y su boca huele a cerveza mezclada con cigarro. Debería ser desagradable pero recuerda mis días en que salía de fiestas a cazar hombres y coleccionar besos sin nombre.
Ahora que empecé esta lista, me estoy dando cuenta de que hay varias cositas más de las que pensaba que son extrañamente excitantes para mí, ¿seré solo yo la rara?