Excursiones rutinarias

Vista de Madrid desde Torres Blancas, de Antonio López.
Sabes que no debería salir del ámbito desvaídode mis lunas sin norte,pero existen días en que atravieso la luzy olvido los dorados conjurosde un sol que no me pertenece.Y resbalo por las esquinas de serios edificios,leo con gran interés carteles oficiales,trazo gestos de audacia ante escribanos cenicientos,buceo entre pasillos amplios sembrados de fuertes puertas.Tras la excursión por los cables de lo eficaz e inútil,inicio la aventura de los cruces,la travesía de los semáforos,la guerra de los cláxones,y llego a mí con un acopio de imágenes de las que huía.Ahora, desde mi noche blanca e inerme,y con la imprecisión agónica que da la angustia,recojo las gotas de mi sudor antiguo,me convierto en ceniza en el pensamiento gris,me destruyo los años contra la pared calladay lloro por las sombras de una muchacha ocultay gimo por los ecos del amor huido.Para qué viene la que no puede mostrarse,la niña que danza en las palabras que la hieren,la adulta que resiste los envites del tiempo,la anciana que recuerda vidas imaginadas.Para qué sirve el sabor de un nombreque no se deletreao el aroma de un cuerpo que no se posee.