Durante los últimos meses y semanas hemos tenido acceso a tertulias, sesudos análisis y seguimientos sobre la exhumación de Franco. Se dio voz a toda clase de tertulianos, de políticos de uno y otro signo e incluso a representantes de la fundación que lleva el nombre del dictador. Poco importan, eso sí, las opiniones de historiadores que, salvo honrosas excepciones, no parecen tener espacio para opinar sobre este asunto.
Sabemos el día, sabemos la hora, conocemos incluso el número de operarios, su empresa, el helicóptero que trasladará los restos y el importe de la operación. Sin embargo, hay un aspecto del que se nos va a privar a todos los ciudadanos de este país, como es la foto del propio féretro. Se aduce por la ministra Carmen Calvo que es para preservar la intimidad y dignidad de la familia y de los restos del propio dictador.
Podría parecer baladí, pero estas medidas exageradas para que no se vea nada de lo que acontece en el proceso lo que hacen es privarnos del derecho a la información y de ser testigos de un hito de nuestra historia contemporánea. Porque si durante la Transición a la democracia fue el fotoperiodismo quien escribió la gran crónica de aquellos históricos momentos, no debería dejar de serlo ahora.
Se necesita ese icono, esa imagen que sirva para documentar el momento en el que en España se empieza a resolver esa anomalía democrática que supone el Valle de los Caídos. Pero se nos hurta esa posibilidad, se ofrece una privacidad y un respeto reverencial a una familia que no solo no lo acepta sino que muerde la mano.
Pero lo que me parece más grave es que sean los medios de comunicación, los mismos que cada vez que abrimos una fosa común de la represión buscan la foto del cráneo, de las costillas, de los restos de la víctima para concienciar. Los mismos que apelan al derecho a informar son hoy quiénes callan cómplices ante una exhumación que debería ser pública, un bálsamo que dignifique aunque sea un poco la cultura democrática de este país.
Lamentablemente nos quedaremos sin ello. Como viene siendo habitual esta izquierda que nos suele gobernar sigue siendo débil con los fuertes y fuerte con los débiles, también cuando se trata de la Memoria Democrática del país.