Hay cónyuges que tienden a ser perfeccionistas y exigen demasiado a su pareja.
Hay cónyuges que reciben lo que pidieron y luego lo convierten en una obligación para el otro. Esto refleja una inconciencia del dolor que produce una actitud exigente a su cónyuge y un carácter egoísta y soberbio.
Colosenses 3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. La única persona con quien tú debes ser maduramente exigente es contigo mismo(a).
Debemos exigirnos vivir los principios de vida que nos enseña la palabra de Dios y esforzarnos al máximo por mantenernos dentro de esos principios. Y el principio más importante es el amor.
Debemos vivir para amar, para servir, para perdonar, para ser mansos y pacientes con las personas a nuestro alrededor, comenzando con la esposa y los hijos primero!
Si tu eres una persona demasiado exigente contigo mismo, ten cuidado de no excederte y te frustres por no poder lograr tus metas. Debe haber una auto-exigencia balanceada y saludable. Es bueno y necesario auto-exigirnos, pero no al extremo de provocar frustración a nuestra vida ni a la de otros.
Si tu eres una persona muy exigente con los demás, abandona esa actitud de inmediato. Con mucha más razón si se trata de tu cónyuge o tus hijos. En vez de la exigencia, usa la oración, la motivación, el ánimo, y el apoyo como herramientas para que las personas a tu alrededor sean mejores y más eficientes.Y recuerden siempre ser agradecidos con lo que reciben, así sea poco.
El agradecimiento en lo poco, abre la posibilidad de recibir más, pero la exigencia cierra esa posibilidad y entonces se recibe menos cada vez. Toma la decisión de cambiar tu actitud exigente hoy mismo.
Habla con tu cónyuge y reconoce que has sido muy exigente. Pídele perdón y busquen alternativas para animarse, apoyarse y motivarse mutuamente a salir adelante y superar todas las dificultades de la vida.
Tu matrimonio y tu familia es el regalo mas preciado que Dios te ha dado. Cuídalo!