Estos versos míos
que se acuestan cada noche solitarios
y recorren mi sangre anhelante
de tu carne redentora.
Estas noches mías
que te pintan con la saliva
dulce de mi vientre,
rompiente de olas sobre mi almohada.
Y esta saliva de barco sin timón
que incendia tus deseos
de hombre y te clava
y reclava en mis labios,
en mis pechos de mujer
permanece intacta en puertos inacabados
en exilios de amor trémulo
despedazado…