Revista Opinión

¿Existe, como afirman ciertos textos alquímicos, el elixir de la eterna juventud?

Publicado el 12 marzo 2016 por Habitalia
En algunos textos esotéricos y místicos, se hace referencia a la "búsqueda de la inmortalidad". Una interpretación literal de estos textos puede sugerir que hay una manera de vencer a la muerte y vivir para siempre.

Esto es comprensible, sobre todo porque la gran mayoría de las personas tienen dificultades para aceptar que nuestra vida terrenal es limitada, algo a priori, imposible de evitar. El instinto de supervivencia, el apego emocional que nos une a nuestros seres queridos, el amor a la vida, la sensación de que la existencia humana es demasiado corta como para llevar a cabo todos nuestros proyectos, etc., son elementos que hacen que no nos queramos morir.

De hecho, la búsqueda, el sueño o la esperanza de la inmortalidad se remontan a tiempos muy antiguos y ha dado a luz a numerosos cuentos y leyendas fantásticas. Entre los más conocidos, hay que mencionar el del " Santo Grial", protagonizado por el famoso rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda. En esta epopeya se cree que el Grial, en el que según la leyenda se recogió la sangre de Cristo durante su martirio en la cruz, posee enormes poderes mágicos, entre ellos el de conferir la inmortalidad a quien bebiera su contenido. Los alquimistas, por su parte, también han contribuido mucho a mantener y perpetuar el mito de la inmortalidad. Si creemos literalmente las historias que relatan sus operaciones, habrían descubierto el elixir que hace al hombre inmortal, o más precisamente, el que le da la eterna juventud.

Ya que hablamos de los alquimistas, y al contrario de lo que comúnmente se cree, sólo una minoría de ellos se dedicó a la alquimia con el único propósito de lograr la transmutación del plomo en oro. Para la mayoría de ellos, la alquimia operativa era sólo la contraparte material de una búsqueda espiritual basada más en el 2 deseo de alcanzar un estado filosófico, es decir, un estado de sabiduría, que en obtener la piedra filosofal. Con este fin, al mismo tiempo que trabajaban en sus laboratorios, trabajaban también sin descanso sobre ellos mismos para transmutar sus errores o debilidades, con el fin de mejorar y llegar a expresar a través de su comportamiento lo más divino de la naturaleza humana. Sobre el particular, me gustaría recordar que incluso hoy en día esta sigue siendo una aspiración interior que los Masones y los Rosacruces intentan realizar, paralelamente a sus estudios místicos.

Pero volvamos a la inmortalidad. Debería parecer obvio que todo ser vivo está destinado a morir un día. El ser humano no es una excepción a esta ley natural. Por supuesto, gracias a los avances en medicina y cirugía, la esperanza de vida tiende a aumentar (80 años de media en la actualidad), pero es obvio que no puede hacerlo hasta el infinito. Pretender, como hacen algunos científicos, que pronto seremos capaces de reemplazar nuestros órganos viejos o enfermos por órganos sanos obtenidos por la clonación de nuestras propias células madre, y que por lo tanto vamos a vivir durante siglos, no parece serio ni siquiera deseable. Este es un enfoque más bien materialista de la vida. Desde el punto de vista de la Ontología Rosacruz, los seres humanos tienen un potencial genético que debería permitirles vivir unos 140 años, algo que eminentes genetistas han confirmado recientemente.

Para eso es necesario, naturalmente, heredar una gen ética muy buena y llevar un estilo de vida saludable, equilibrado y en armonía con las leyes naturales. No obstante, nuestro cuerpo físico no es y nunca será inmortal. Lo que sí que es inmortal es el alma que lo anima, ya que es una emanación del Alma universal, que es de esencia divina. Por lo tanto, en lugar de cultivar el deseo de vivir para siempre en el mismo cuerpo físico, lo mejor es trabajar en favor de nuestra evolución espiritual y desear alcanzar un día el estado de sabiduría al que me he referido anteriormente, es decir, la verdadera Piedra Filosofal. De hecho, según la filosofía rosacruz, cualquier persona que logre ese estado ya no está obligado a reencarnar. Ya no tiene que vivir cíclicamente la existencia de la muerte, por lo que de alguna manera se ha convertido en inmortal...

Fuente: Revista diálogo entre masones

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