Antes que nada, de manera introductoria a este tema tan controversial, pido total respeto y total neutralidad al leer mi artículo, el mismo que mi persona mantuvo al escribirlo; y en algún caso de alguna opinión, la cual debe ser bien sustentada y válida, la haga manteniendo la cordura y compostura, la misma que aceptaré y debatiré de manera sana; y no menos importante, pido por favor, CERO FANATISMO.
La veneración de una deidad se remonta al mismísimo comienzo de nuestra existencia, desde que pudimos tener conciencia de nuestro mundo, de nuestro alrededor, desde que fuimos conscientes de que existe un cielo, estrellas, la tierra, los mares y ríos, las tormentas y truenos, el mismo fuego, entre otras maravillas de nuestro universo, las cuales por el simple hecho de diezmar poblaciones enteras, o por el contrario, traer vida o saciar el hambre y la sed, las elevábamos a la jerarquía de dioses o diosas, pues para nuestras mentes primitivas, eran estas entidades sobrenaturales las que regían nuestras vidas, si les pagábamos el debido respeto y sacrificio.
Eran estos los inicios de nuestra “convicción” acerca de la existencia de un Dios, de una existencia que está por encima de nosotros, la cual ya mencionado su inicio arcaico, se ha ido transformando, o en algunos casos, tergiversando, hasta lo que conocemos actualmente, que dependiendo de la religión, y más aún, de los cronistas y figuras que han vivido y escrito esta historia, tiene diferentes “propiedades”, las cuales han sido protagonistas de un sinfín de enfrentamientos, discordias e incluso, guerras santas.
Pero ¿Qué es Dios?, siendo un término tan ambiguo en un escrito para todo el mundo, nos adaptaremos en relación a su concepto, al diccionario de la RAE, que lo define como el «ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo». Dios es el nombre que se le da en español a un ser supremo omnipotente, omnipresente, omnisciente y personal en religiones teístas y deístas (y otros sistemas de creencias). Y por supuesto, como nos han enseñado, es el creador de todo lo que vemos; este último concepto siendo a mi parecer, (y volviendo a utilizar el término) ambiguo”.
Según el mito chino de la creación, relata:
“…los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos, el universo era como un solo huevo negro que llevaba en su interior a P’an-ku (o Pangu), y tras 18.000 años P’an-ku se despertó de un largo sueño, se sintió sofocado y empleó un hacha enorme para abrir este gran huevo, del cual la luz, la parte clara, ascendió para crear los cielos, la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra. P’an-ku se quedó en medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra, entonces la tierra y el cielo empezaron a crecer de manera desmesurada y P’an-ku creció con ellos, y después de otros 18.000 años, el cielo era mucho más grande al igual que la tierra y P’an-ku, permaneció entre ellos, de manera que estos nunca volvieran a estar unidos…”.
Como este mito, hay miles esparcidos por todo el mundo, y de toda clase, algunos muy pintorescos, otros bastante grotescos, pero todos tienen un punto en común, un ser omnipotente o en algunos casos, más de uno. Es en este punto que podemos intuir, que el ser humano tiene una necesidad innata de subyugarse a una entidad superior, tenerle “Fe” (término considerado a mi parecer muy amplio que dejaremos para otra ocasión), y rendirle culto, siendo esta última palabra bastante polémica en algunos casos, ya que hay diversas expresiones de culto y sacrificio bastante “excéntricas”, que nos llevan a pensar si de verdad, existe un solo Dios, o en su defecto, si existe del todo, aún a sabiendas de ese sentimiento de subyugación anteriormente mencionado.
Y ¿Qué dice la ciencia acerca de la existencia de Dios? Hay que decir algo imprescindible para entender esta pregunta: la ciencia NO trata de comprobar que Dios no existe. Con la llegada del pensamiento lógico y el método experimental surge lo que conocemos como Ciencia Moderna, una manera de dar respuesta a las preguntas básicas del ser humano: ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos? Y ¿Cuál es nuestra función en el universo?. El gran malentendido entre ciencia y religión se debe a que esta última comenzó a dar respuesta a creencias fehacientes de la religión, creando discordia entre la iglesia y los primeros científicos, ya que la afirmación que hacia la Fe de que debíamos rezar y pagar tributo a un ser superior para acabar con la sequía, las plagas o los terremotos, pasó a ser una idea inverosímil (a pesar de que aún en la actualidad en algunos puntos de nuestra sociedad se apoya este tipo de mitos), y con el pasar del tiempo, la figura de un Dios siempre presente y observador, causa de todo, paso a ser una figura apartada del día a día, todo esto, en el último parpadeo de historia del ser humano racional.
Si bien, la ciencia trata la realidad factual, actualmente la religión se ocupa de la moralidad humana, es así como se llevan de la mano estas dos.
Entonces ¿Cuál es la posición de la iglesia con respecto a la ciencia actualmente? Pues se ha mantenido la posición ideológica de que mientras la religión no invada el terreno de la razón, no habrá problema, y es en este punto donde Dios tiene cabida en algunas de las teorías científicas, porque por supuesto, la ciencia no tiene respuesta para todo. Si bien la idea de ese ser supremo que nos castiga al realizar actos indebidos, o que nos premia al rendirle tributo se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, esa divinidad puede llegar a ser el factor fundamental en diversas hipótesis y más importante, como principio iniciador, un Dios que activa el universo y lo deja evolucionar, siendo esta la idea más aceptada al no tener una génesis clara de lo que conocemos como “Big Bang”, o en otras palabras, cómo se inició el universo en el que vivimos, y es que el mismo hecho de preguntarnos la existencia de Dios es prueba de su esta, esto se conoce como “Principio antrópico”.
El hecho de que un protón tenga exactamente ese tamaño, de que la velocidad de la luz tenga exactamente ese valor, de que la gravedad en este punto del universo tenga tal magnitud, para algunos es la prueba irrefutable de la existencia de Dios.
Y es así como usando la razón, la ciencia ha ido llevando el concepto de un Dios omnipotente y omnipresente, a un papel en todo caso fundamental, como iniciador del universo, haciendo que nuestra vida y nuestra existencia sean indiferentes para el universo, esto es lo que se conoce como “Principio Copernicano”, y es en otras palabras, que al universo le importamos una mi3#da. Es así como nos hemos ido desligando de la idea de que existe un Dios central, y hemos aceptado de que hay un ser que es el protagonista de poner toda la maquinaria en marcha. Este es un punto al que la humanidad no ha podido llegar, ni llegará en un futuro cercano, así que aún queda la pregunta, ¿Podremos algún día demostrar la existencia de Dios?