Rotundamente sí. Y para visitarlo no hace falta morirse porque está justo aquí mismo. Y de vez en cuando, sin querer caes en él.
El limbo también existe que es ese estado de despreocupación absoluta en el que te encuentras, cuando no estás o en el cielo o en el infierno. Curioso ¿no?.
Por no hablar de los ángeles, esos ángeles protectores a los que rezabas cada noche cuando eras niño antes de dormir. Ellos también existen y de ello doy fe.
No tienen alas, ni espadas de fuego justicieras. Son todas esas personas conocidas o desconocidas que te brindan su ayuda desinteresadamente cuando tú más lo necesitas. Benditos sean. Es más, todos nosotros podemos ser esos míticos ángeles en algún momento de nuestras vidas. No hay mejor trabajo y además te pagan no en dinero, si no en gratitud y amistad para siempre. Como mola.Archivado en: Reflexiones