Sobre si existe o no existe el TDAH ya escribí otro artículo, indignada por lo que leía en una contra de La Vanguardia firmada por Víctor Amela. El protagonista en esa ocasión era Josph Knobel Freud, psicólogo clínico y, terapeuta psicoanalista. Podéis leer lo que escribí en esa ocasión en “El famoso TDAH no existe. ¿De verdad?“.
Hoy vuelvo a leer otro artículo en la misma línea. En esta ocasión en el ABC, el artículo en cuestión lleva por título “El TDAH no existe, y la medicación no es un tratamiento, es un dopaje“. Ya solo con esto se me ponen un poco los pelos de punta pero no quiero juzgar a la ligera. Sin embargo mi estupor no deja de crecer cuando sigo leyendo los mismas viejas historias, esta es una de las perlas que el Catedrático Marino Pérez suelta:
…, insisto, no existe ninguna condición neurobiológica ni genética identificada, y sí muchas familias donde no se asume que la educación de los niños es más difícil de lo que se pensaba.
A lo que se supone que, según Marino Pérez, las familias son las causantes y las únicas responsables de que sus hijos tengan síntomas de desatención, impulsividad e hiperactividad, vaya, lo que conocemos con las siglas TDAH (Trastono por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad).
La verdad es que yo no soy catedrática, soy simplemente una psicóloga infantil más, del montón, una mamá preocupada e implicada en la educación y evolución de los niños. Yo no se si existe o no el TDAH, aunque creo más bien que sí y así me he posicionado en más de una ocasión. Quizás me equivoco.
No obstante, aunque no sé a ciencia cierta de si existe o no el TDAH, sí puedo decir que hay niños que :
- están muy por encima de los niveles que consideramos “normales” , para su nivel de edad, de actividad : saltan, corren, no paran un instante y lo hacen en los lugares que no deberían, a pesar de los límites y normas que sus padres han establecido;
- están muy por debajo de los niveles que consideramos “normales”, para su nivel de edad, de atención: no atienden, parece como si estuvieran en otro mundo, olvidan sus cosas, pierden objetos personales, les cuesta aprender porqué no están atendiendo, …;
- y por último, niños que muestran niveles de impulsividad muy por encima de lo que consideramos “normales”, para su nivel de edad, diciendo y haciendo cosas sin pensar, lo cual les lleva irremediablemente a tener constatemente problemas con sus padres, profesores y amigos.
Dicho esto, existirá o no el TDAH, pero lo cierto es que mientras señores catedráticos publican libros con titulares como estos hay miles de niños y familias pasándolo mal. No es justo, bajo mi humilde criterio, culpar a las familias de no saber criar a sus hijos, porque le aseguro que muchas hacen auténticos esfuerzos. No todos los padres son negligentes, no todos los padres son incapaces de poner pautas, normas, límites y hacerlos respetar. No todos los padres pertenecen a esa categoría de familias que no saben asumir que la educación de los hijos es más difícil de lo que se pensaban en un inicio. No, señor Marino Pérez, no creo que todos los padres con hijos diagnosticados con TDAH quieran dopar a sus hijos y tenerlos drogados para poder vivir mejor. No, no ha sido justo con ellos señor Marino Pérez. A mi me ha dolido y no soy madre de niños con TDAH.
Creo que hay que centrarse en buscar soluciones, ayudar a estos niños y también a sus familias para dotarlas de recursos, de estrategias, de herramientas y algo esencial: apoyo. Y eso no es lo que yo he percibido en la entrevista que le han realizado en ABC señor Merino, y la verdad es que me asusta un poco pensar que un catedrático de Psicopatología tiene esta visión tan culpabilizadora, es algo que me inquieta.