El asuntoPero pasemos al interior,y veamos, como dirían en Sudamérica, de qué va la vaina. El asunto va de unos jóvenes -Mario, Adrián y César, pero especialmente del primero-que alquilan su cuerpo en el parque a otros hombres para conseguir unos ingresos extra y así transitar por un nivel de vida más alto que si no les estaría vedado totalmente. Mario es de día profesor en un colegio del Opus Del en el que está de paso sustituyendo a un compañero que está de baja. Su función profesional queda envuelta en una cierta nebulosa: es un colegio en el que por las fechas (finales de agosto) no hay alumnos, de él no se nos dice qué materia imparte, tan sólo alcanzamos a saber que su despacho, cual si de una oficina más que de un centro escolar se tratara, está próximo al de Pelayo, jefe de estudios, rector o director (de todas estas maneras se le nombra), de ese centro de estudios.Mario se va a ver convertido en investigador de un turbio asunto de asesinato, robo de drogas y corrupción política, todo ello mezclado. Es Joaquín, un policía al que conoce de sus actividades nocturnas y a quien le une algo más que una mera relación comercial, quien le implica en el caso. Para poder desentrañar el misterio Mario deberá infiltrarse en el doble fondo de la marginalidad que representa el mundo de los chaperos; aquí topa con el proxenetismo personificado en Sancho que con mano de hierro, y como si de un Monipodio de la modernidad se tratara, controla a toda una tropa de menores "marrones", inmigrantes ilegales la mayoría, que para subsistir dentro de la ilegalidad en que seencuentran deben de soportar a personas brutales como él y como Dante, el matón que los vigila y pastorea como si fueran ganado humano.A todo lo anterior hay que ponerle la guinda de la corrupción política y policial. La política en forma de doble moral de manera que mientras sus protagonistas se alzan al poder con un mensaje público de rectitud y buen comportamiento ético, en lo privado practican todo lo contrario sojuzgando sexualmente a aquellos a quienes dicen defender. La policial en forma de abuso de poder y tráfico de todo tipo de cosas y personas.En realidad todos los personajes en esta novela llevan una doble vida o practican una doble moral lo que en definitiva es casi lo mismo. Mario en el fondo sigue en el armario, pues en ese colegio ¡del Opus! desconocen su homosexualidad -no la habrían consentido, seguro- y oculta mucho más aún su condición de prostituto. Este asunto, el de las vidas de doble capa, las personas con dos caras, es el fundamental que Jordi Domínguez Macizo quiere hacernos llegar. Sorprendentemente a Mario, tras largas y extenuantes sesiones de trabajo nocturno que finalizan a las 5 y las 6 de la mañana, a las 9 horas del día siguiente lo encontramos perfectamente, bien en su puesto de trabajo, bien en su casa familiar: una familia acomodada de varios hermanos entre los que hay una periodista con quien la relación no es ni buena ni mala sino todo lo contrario. Aunque la familia acepta que Mario sea gay, sin embargo está ignorante del oscuro mundillo en el que se mueve, no conoce la doble vida que lleva.
Una novela con más 'pros' que 'contras'Los 'contras'A fuer de ser sincero he de decir que a mí la novela me ha entretenido, pero no me ha llenado. Es una novela negra con los ingredientes antes señalados pero que, en mi opinión, tiene varios contras. Uno es que elude una clara ubicación geográfica. Sí sabemos que los personajes transitan por una gran conglomeración urbana no concretada con claridad de manera que los policías, los políticos, los consumidores de sexo, los periodistas que denuncian, etc., pueden serlo de cualquier lugar no sólo de España sino de cualquier país de Europa. Esto lo considero un demérito pues la novela negra habitualmente camina de la mano de la ciudad donde ésta transcurre ya sea Barcelona, New York o Londres.También me ha parecido excesivo el espacio dedicado a mostrar desde dentro el día a día de la prostitución masculina. Sólo alcanzo a ver en ello la intención por parte del autor de atraer al relato a cierto tipo de lectores quizás más amigos de la narrativa pornográfica que del thriller o de la novela negra. Creo que la morosidad y el detallismo contenidos en la narración de algún trabajo sexual muy profesional con algún cliente literariamente rompe el marco del género al que pretende adscribirse.Los 'pros'Pero hay detalles más que interesantes en la novela como cuando el maestro, profesor, prostituto, chapero, topo, infiltrado... que es Mario dice ante Joaquín, quien lo acaba de reclutar para su investigación policial:
"Quizás escriba un libro cuando todo esto acabe -insinuó Mario-. No te preocupes sólo utilizaré las iniciales de los nombres para que nadie te identifique con el coprotagonista" (pág. 85).O sea, el autor como quien no quiere la cosa deja caer que la novela que estamos leyendo la ha escrito e incluso que la está escribiendo uno de sus personajes. Muy posmoderno, sí señor.También me ha gustado alguna que otra creación léxica en mi opinión muy afortunada. Cuando describe al paisanaje que abarrota uno de los locales que Mario elige para comenzar su profesional caza nocturna a los habituales apelativos con que se designa a los integrantes de la fauna gay (osos, barbudos, sílfides, etc) añade alguno que otro sorpresivo:
"Un variado escaparate -compuesto por productos afeminados, osos tamaño XXL, barbudos, amantes de la licra, yonquis de las tallas S, XS y XXS, musculosas de cejas ultra definidas, sílfides cuyos tupés superaban con creces su masa corporal, alternativos fingiendo no dar importancia a su aspecto"[...] (pág. 192)Y otro tanto podría decir de las alusiones a los temas que envuelven musicalmente la historia y que me han agradado mucho. El mismo autor en su web compila cual si de un CD se tratase los diez temas principales que aparecen en la novela. Algunos de ellos son: "Big in Japan" de Alphaville, "Making Music" de Sophie Ellis-Bextor, "Big LOVE" de Fleetwood Mac o "You don't have a clue" de Röyksoop.
Algo que chirríaIgual que digo lo anterior no me resisto a señalar algunas pequeñas cosas que a mí me rechinan en este primer libro de Domínguez Macizo. Me refiero a ciertas impropiedades semánticas muy chocantes ("reclutarse" por 'recluírse': "dijo Mario antes de reclutarse de nuevo en su oficina"; "disuadirle" por 'convencerle': "empecé a disuadirle para que dejara la prostitución"); errores gramaticales ("Mario se volvió en sí" en vez de 'Mario volvió en sí'); confusión en el uso de los tiempos verbales("El truco se materializaría la mañana del viernes cuando Joaquín le diría [debiera de usarse 'dijera'] que su presencia" [...]); y otra serie de descuidos poco perdonables como usar "desencadenaron en" en vez de 'desembocaron en', "menoría de edad" por 'minoría de edad', "coordinadas" en vez de 'coordenadas', etc.
Conclusión
En líneas generales pienso que Domínguez Macizo escribe bien y que tras esta primera novela puede perfectamente hacerse un hueco en el mundo literario español siempre que su pluma dé el salto y no se quede circunscrita sólo al colectivo LGTB. Dar visibilidad a un grupo social no debe entenderse -es mi opinión, claro- como darle exclusividad. En "Los chicos del parque" el mundo heterosexual y homosexual normalizados se supone que existen pero apenas si aparecen. Todos los personajes que intervienen en el relato están inmersos en el inframundo de los chaperos, la prostitución masculina; en los bares de ambiente a los queacuden, todo el mundo que va lo hace para practicar sexo y consumir drogas; todos los policías, vigilantes de seguridad, taxistas, políticos, etc. son gays o gustan de practicar sexo de pago con ellos... Creo que es un defecto obviar al grueso de la sociedad en el que está inmerso y de quien se nutre un sector marginal.
A mí no me gusta el apartheiden general y en literatura tampoco. No me gusta el afán de algunos por compartimentarla: literatura juvenil, femenina, homosexual... Este hacer grupos me parece más una práctica comercial que otra cosa; desde luego no creo que estar dentro o fuera del adjudicado cajón mejore o empeore el producto. Hago esta reflexión porque esta novela negra de Domínguez Macizo que ya lleva un año circulando se suele situar en la sección de narrativa LGTB como lo demuestra su presencia en los escaparates y exhibidores de librerías cuyo público mayoritario es de esta orientación sexual, y la promoción de la misma especialmente en revistas gay que entrevistan al autor dándole así cobertura pero más en clave de orientación sexual que propiamente literaria. Mi pregunta es: ¿Hace mejor o peor a "Los chicos del parque" esta ajustada adscripción?